¿Por qué en catalán podemos decir "cantam" y en inglés no?

¿Se ha fijado nunca que, cuando hablamos en catalán, a menudo no necesitamos el pronombre 'nosotros' para decir qué hacemos? Deim “cantam” y basta. En cambio, en inglés es imposible: hay que añadir we, y sólo así sale we sing. Esta diferencia aparentemente mínima nos abre la puerta a un conjunto de estrategias gramaticales que las lenguas han ido construyendo para resolver la misma necesidad: decir quién hace qué

En catalán, y en general en las lenguas románicas, el verbo lleva incorporada tanta información que no hace falta decir el sujeto. Cuando decimos "trabajamos", ya sabemos que somos nosotros. Tenemos el sistema tan automatizado que no somos conscientes de ello, pero cada verbo del catalán carga, solo, información sobre quién es el sujeto. Ahora bien, si cambiamos de lengua, las cosas pueden ser distintas. Los hablantes de inglés, por ejemplo, necesitan siempre el pronombre: 'we work'. Sin ese elemento, la frase quedaría incompleta. El verbo es el mismo para casi todas las personas y sólo la tercera persona del presente añade una 's': 'he/she works' (literalmente, 'él/a trabaja'). Por eso el pronombre es obligatorio.

El catalán, el castellano y el italiano forman parte de un grupo de lenguas que permiten omitir al sujeto. Los lingüistas lo llaman lenguas de sujeto nulo, porque el verbo es lo suficientemente rico para marcar a la persona y no necesitamos los pronombres para distinguirgiro, por ejemplo, 'habla' de 'habla' o 'hablas'. Sin embargo, este funcionamiento no es exclusivo de las lenguas románicas. Muchas lenguas del mundo tienen verbos que cargan información sobre quien actúa e, incluso, quien recibe la acción.

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Quien realiza la acción y quien la recibe

Lakota, una lengua sioux de Estados Unidos, es un buen ejemplo. En esta lengua, el verbo puede decir al mismo tiempo quién realiza la acción y quien la recibe. En una sola palabra está la información que en catalán necesitamos toda una frase para expresar. El vasco va aún más allá: puede marcar sujeto, objeto directo y objeto indirecto sólo con el auxiliar. Cuando alguien dice "dizut", en realidad dice quién (hace) qué a quién: 'di'- señala el objeto directo (qué), '-zu'- el objeto indirecto (a quién) y -'t' el sujeto (quien). Todo esto se encuentra dentro de una misma forma verbal, lo que representa una capacidad de síntesis que daría envidia a cualquier persona acostumbrada a escribir con restricciones de espacio, como los tuiteros o los articulistas de diario.

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Si volvemos a las lenguas románicas, el francés nos ofrece una historia curiosa. En la edad media también era una lengua de sujeto nulo, como el catalán. Ahora bien, con el paso del tiempo, las terminaciones verbales se fueron erosionando y quedaron tan parecidas entre ellas (sobre todo oralmente) que dejaron de ser suficientemente claras. El sistema tuvo que compensarse con el uso sistemático de los pronombres. Hoy, sin el pronombre delante, no hay frase posible: 'je hablo' y no 'hablo' solo. Es un buen ejemplo de cómo la gramática se transforma con el paso de los siglos y de cómo una lengua puede cambiar de estrategia en relativamente poco tiempo.

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El portugués es también un caso interesante. En Portugal todavía se conserva un sistema cercano al del catalán, con verbos bien diferenciados y sujetos que pueden desaparecer sin problema. En Brasil, la prosodia y algunos cambios internos han favorecido el uso sistemático de los pronombres, y hoy es mucho más frecuente oír 'eu falo' que un simple 'falo'.

De forma similar al francés actual, en sueco, danés y noruego los pronombres también son obligatorios siempre. El verbo es prácticamente inmóvil: una misma forma sirve a todas las personas. noruego, el verbo 'ir' se conjuga 'jeg går' ('yo voy'), 'du går' ('tú vas'), deben 'går' ('él va'). Fijémonos en que el verbo no cambia y lo único que nos dice quien hace la acción es el pronombre. Esta rigidez obliga a mantener un orden mucho más estricto en la frase y refuerza el papel de los pronombres como piezas esenciales para que la gramática funcione.

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Todas estas diferencias tienen consecuencias prácticas para los aprendices. Un castellanohablante que aprende catalán se adapta sin dificultad: el sistema es casi idéntico. Sin embargo, para un anglófono es un mundo nuevo. Debe acostumbrarse a que el verbo cambia según la persona y que, por tanto, se puede prescindir del pronombre. Al revés, los catalanohablantes que aprenden inglés deben vigilar de no dejar escapar al sujeto. Frases como 'am studying' en lugar de 'Y am studying' son errores habituales que reflejan la influencia del propio sistema.

Los lingüistas clasifican las lenguas según el tipo de concordancia verbal que utilizan. El catalán y el inglés son casos de concordancia simple: el verbo concuerda con el sujeto. Pero hay lenguas con doble concordancia, como el lakota, en las que el verbo refleja sujeto y objeto, e incluso con concordancia triple, como el vasco, en el que el auxiliar muestra sujeto, objeto directo y objeto indirecto. Todo esto demuestra hasta qué punto una misma necesidad comunicativa puede resolverse con estrategias muy diferentes.

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Estrategias diferentes

Cuando nos enfrentamos a esta diversidad, es fácil caer en comparaciones de dificultad o complejidad. Hay quien dice que el catalán es complicado por sus irregularidades verbales, o que el inglés es más fácil porque apenas flexiona. Sin embargo, lo cierto es que cada lengua es compleja a su manera. Como hemos dicho en otras ocasiones, no hay lenguas fáciles y lenguas difíciles, o lenguas sencillas y lenguas complejas. Lo que ocurre es, simplemente, que cada una emplea una estrategia diferente para resolver un mismo reto: comunicar quién hace qué ya quién.

En definitiva, la diferencia entre decir "cantam" o "we sing" no es ninguna jerarquía de dificultad ni de riqueza, sino que es sólo una forma diferente de repartir el trabajo entre el verbo y el pronombre. Cada lengua elige la suya, y esto es lo que hace interesante aprender más de una: nos obliga a descubrir que lo que veíamos 'natural' en realidad es, sólo, una opción entre muchas.