"Da verguenza que en Mallorca no podamos vivir del agua de los molinos"
El labrador Pedro Cirer reactiva el suyo después de dos años de estar parado
El molino del campesino Pedro Cirer ha vuelto a funcionar este martes después de haber estado detenido aproximadamente dos años. Según él mismo, ha llegado a extraer entre 30.000 y 40.000 litros de agua en sólo una hora, lo que le permite regar los cultivos. Además, este sistema de extracción le supone un ahorro "de hasta tres o cuatro horas de electricidad", celebra. Por el buen rendimiento que ofrece, Cirer considera que "da verguenza que en Mallorca no se pueda vivir del agua de los molinos".
Esta instalación la construyó su padrino poco después de que naciera el padre, hacia 1960 –un rótulo en el interior de la torre es testigo. "Es uno de los pocos del plan de Sant Jordi que nunca había dejado de sacar agua", explica orgulloso. Pero hace dos años tuvieron que detenerlo porque un jefe de aguijón lo tomó. Tras la catástrofe, lo restauró con el objetivo de ponerlo en marcha algún día, ya que considera que "si un molino no quita agua, no es un molino". Con todo, admite que le rehizo "más por una causa sentimental que por una funcional".
Lamenta que este tipo de instalaciones necesiten vigilancia constante porque, si no, "hacen vía a caer". Asegura que, si pudiera controlarlo tanto como quisiera, lo haría funcionar al máximo. Cerezo también vincula la falta de vigilancia de los molinos con la escasez de campesinos que sufre actualmente el sector primario. "No hay, y por eso los molinos podrían desaparecer", advierte.
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Antes de la llegada de los generadores eléctricos -que marcó el inicio del declive de los molinos hasta la actualidad- los campesinos empleaban estas instalaciones para extraer agua que depositarla en lavaderos continuos, con los que regaban los campos. Al perder su función, también decayó su mantenimiento, y hoy sobreviven como reliquias patrimoniales.
A pesar de esta situación, Mallorca sigue siendo el territorio del mundo con la concentración más alta de molinos por metro cuadrado. La isla tiene 3.600 molinos, de los que 600 son harineros y los otros 3.000, de extracción de agua. Los primeros tienen seis palas grandes que se empañaban sobre la madera en un proceso conocido como 'envelar el molino', y servían para moler el grano y hacer harina. Son los que coronan el Jonquet y también se pueden ver en la calle de la Fàbrica, en Palma. Los segundos tienen 18 palas más pequeñas y servían para extraer agua. Son los típicos del llano de Sant Jordi, pero también se concentran en Campos, Ses Salines, Muro y sa Pobla.
El doctor en Ingeniería Industrial y presidente de la Asociación Amigos de los Molinos de Mallorca, Josep Pascual, considera que la salvación de este patrimonio implica concederle una utilidad. "Si no les encontramos una funcionalidad, poco a poco se van degradando", afirma, en referencia a los molinos de agua, que considera interesantes desde un punto de vista práctico. De los 3.000, "hay mil recuperables porque se encuentran en condiciones razonables".
Por otra parte, Cirer asegura que no quiere subvenciones para mantener el molino. Lo que sí le gustaría es que las hortalizas y otros cultivos que siembra con el agua que extraída "tuvieran un precio justo".