En 1993 se generó la expectación imaginable, al vaticinar al vidente Rappel, célebre por las túnicas que solía utilizar, y muy famoso entonces, que el Gordo de Navidad caería ese año en Ibiza. No acertó. En cambio, dos años después, cuando la lluvia de millones le correspondió a Mallorca, otro adivino había pronosticado que el premio gordo de Navidad iría a un sitio con mucha agua. Y de ésta, en las Islas no nos falta. Otro sí adelantó que sería Mallorca la afortunada, pero erró en el número que saldría premiado. En 1989, según Diario de Ibiza, el Gordo viajó hasta las Pitiusas gracias a seis décimos que un residente en Ibiza había adquirido en la mítica administración de lotería Doña Manolita, en la céntrica calle del Carmen de Madrid. Las colas interminables que se forman a sus puertas cada año en estas fechas son ya una tradición de la capital, que los informativos de las televisiones estatales nos explican puntualmente, como si no se vendiera lotería de Navidad a ninguna parte más.
Todas las veces que nos ha tocado el Gordo
El primer premio de la lotería de Navidad tocó hace treinta años en Mallorca, una de las contadas ocasiones en las que la suerte ha favorecido al Archipiélago
Palma¿Y si cae aquí...? Éste es el interrogante que despierta la pulsión compradora de un décimo, cada año en estas fechas, al acercarse el 22 de diciembre, el sorteo extraordinario de Navidad. Hace exactamente treinta años, en 1995, el primer premio tocó en el Coll d'en Rabassa, en Palma. Ha sido una de las contadas ocasiones, apenas una docena, en la que el Gordo navideño ha favorecido a las Islas, en más de dos siglos de historia. A diferencia de Madrid, donde tocó 84 veces, y Barcelona, 44 veces.
Como explica el famoso chiste de la Virgen María que sugiere "compra un décimo", al fiel del puño estrecho que le pide qué puede hacer para que le toque la lotería, quizás esta –relativa– mala suerte tenga su razón en que esta comunidad, vete a saber por qué, es la que menos dinero gasta en . En el 2024, cada isleño desembolsó 42 euros con este objetivo. Casi la mitad de la media estatal: 73 euros.
El sorteo extraordinario de Navidad nació en 1812 con el mismo objetivo del Estado de toda la vida: hacer caja, como cuando el entonces ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, estableció en el 2013 la retención a los premios, hasta entonces libres de impuestos. En aquellos años de principios del siglo XIX, la necesidad de dinero era desesperada: estábamos en plena Guerra del Francés, y las Cortes de Cádiz encontraron la fórmula milagrosa para incrementar los ingresos sin subir la presión fiscal. Tanta es la veneración por el Gordo de Navidad que el sorteo no se ha interrumpido ni siquiera por la guerra del 36: en 1938 se hicieron dos, uno en Burgos –la capital de Franco– y el otro en Barcelona, todavía republicana. Ya desde sus inicios, la suerte tardó treinta años en sonreír a los isleños: no fue hasta 1843 cuando el primer premio cayó en Palma.
La duda de si cobrarían el dinero
En 1872, la Grossa tocó en Palma por segunda vez. Era el número 16.374. Entonces, esto era un millón y medio de pesetas de la época: una barbaridad. Miquel dels Sants Oliver habla del "torbellino de gente" que se formó junto al comercio de víveres Cas Municipal, en la calle del Palau Reial, que había vendido "algunos décimos muy repartidos entre los vecinos", ya una platería de Jaime II y varias barberías y puntos de encuentro. Al que más le correspondió cayeron 75.000 pesetas.
Ahora bien: la cuestión era si esas respetables cantidades las conseguirían cobrar, los afortunados poseedores de los décimos premiados. Entonces, la situación del tesoro público era nefasta: guerra carlista, guerra colonial, revueltas obreras y una inestabilidad política crónica –¡y nos quejamos ahora! Por si acaso, algunos de los agraciados prefirieron conseguir adelantamientos de los prestamistas, por lo que vale más pájaro en la mano. Pero los temores eran infundados: los premios se lograron cobrar sólo un mes más tarde, un plazo razonable para tratarse de Mallorca.
En 1886, fueron los socios del selecto Círculo Mallorquín, entonces en el lugar que ahora es la sede del Parlamento de las Islas Baleares, los ganadores del siguiente Gordo de Navidad que cayó en Palma. Era el número 6695, dotado con cinco millones de pesetas. Fue un espectáculo digno de verse; los catorce carros, cargados de sacos de monedas de duro, que subieron la costa de la calle del Conqueridor, donde estaba la sede de la sociedad, hacia la delegación del Banco de España. Por cierto, que aquel terreno lo había comprado el Casino Balear, antecedente del Círculo, también gracias a un dinero ganado en la lotería.
De aquella fortuna caída del cielo, el Círculo obtuvo para sus arcas 250.000 pesetas. Y lo primero que hicieron fue, como dicen a menudo los ganadores de la Grossa, tapar agujeros. Ciertamente, porque debían 12.000. Aún así, aún quedó por hacer obras de mejora, comprar muebles y destinar 5.000 pesetas a la beneficencia. Aquel número premiado se conserva todavía hoy, enmarcado, en la sede actual del Cercle, en la calle de la Concepció de Palma. La compañía de teatro Ovnipresents ha recreado ese episodio en una pieza, 06695 Nos ha tocado la lotería, que se ha puesto en escena este año en el Parlament, con la fórmula de visita teatralizada.
En 1902 cayó el Gordo de Navidad en Palma por cuarta vez. La noticia llegó por telegrama y en un primer momento los desconfiados de turno pensaron que era una broma pesada. Esta vez fue el número 28.038 y quien se encargó de repartir la suerte fue la administración de lotería de la calle de la Unió: cinco millones de pesetas más. Los mallorquines dejaron de lado su impasibilidad proverbial: algunos salieron a la calle gritando "hemos sacado la Grossa". A diferencia de 1886, cuando los afortunados fueron gente de la alta sociedad, esta vez el premio se repartió en pequeñas participaciones entre unas doscientas personas, de posición modesta.
La suerte sonríe en Menorca
En 1935, la suerte sonrió a Menorca. En Ciutadella cayó el 25.888, dicho 'el de los tres cacahuetes', por la forma de los tres ochos, que recuerda estos frutos. Relata El Iris que el encargado del Banco de Menorca llevó ese número al estanquero Prats, en la calle del Roser, diciéndole: "Aquí te llevo la Grossa". "Sí, ya lo sé", respondió Prats, imperturbable. En Ciutadella nunca había caído ningún premio importante, en más de un siglo.
Todo cambió, de arriba abajo, al saberse, aquella mañana del 22 de diciembre de 1935, que les había caído la Grossa. Entonces ya existía un nuevo medio para transmitir sus novedades: la radio, si bien aquellos primeros aparatos eran todavía un lujo. Aquello era tan extraordinario que se detuvieron las fábricas, la gente se lanzó a la calle y se dispararon las especulaciones entre los que jugaban el número afortunado. Por supuesto, el estanco de Prats se convirtió en el sitio de encuentro.
Eran quince millones de pesetas, repartidos entre once mil ciudadanos. Quien había comprado una participación de una peseta había ganado 7.500. Las luces del Banco de Menorca estuvieron encendidas toda la noche, con el número de la suerte cerrado en la caja fuerte y custodiado por una pareja de guardias civiles. Era tanto dinero que no fue hasta el 23 de enero siguiente que se empezó a pagar a los afortunados, que hacían cola para conseguir llevarse el importe del premio en metálico.
Sólo nueve años más tarde, en 1944 –con una guerra civil y el comienzo de una mundial de por medio–, Menorca volvía a ser una isla afortunada. Esta vez, añade El Iris, estaba en Alaior donde se había vendido parte del número de la Grossa, el 33.037, además de un quinto premio del sorteo de Navidad. Soplaba el viento de Tramuntana y amenazaba lluvia, pero eso no importó a los alayorenses, porque aquella ayuda económica era bien recibida en tiempos duros como aquellos.
No fue hasta 93 años después de aquella Grossa de 1902 que el primer premio de la lotería de Navidad cayó otra vez en Palma. Fue en 1995, hace tres décadas. El número premiado, el 45.495, lo vendió totalmente la administración 17, ubicada en la calle del Cardenal Rosselló, en el Coll d'en Rabassa. Por supuesto, la dotación de los premios se había incrementado de forma notable en todo el tiempo transcurrido: eran 35.100 millones de pesetas.
La alegría generalizada que siempre se desata en estas ocasiones resultaba aún más acentuada porque la Grossa quedaba muy repartida, entre miles de familias, y además de condición modesta. Cómo subrayaba Diario de Mallorca, el Coll era entonces "un barrio humilde, habitado mayoritariamente por inmigrantes castigados por la estacionalidad". Bien, aquella barriada dejó de lado sus problemas y se lanzó a la calle para celebrar la buena fortuna. Una joyería vecina en la administración de lotería repartió participaciones por 1.800 millones.
La fiesta no acabó en el Coll. Otros barrios de Palma, y también de los más modestos, recibieron parte de esa lluvia de millones histórica, gracias a personas o entidades que habían comprado décimos a la administración 17. Cerca de mil millones fueron a parar al Molinar, entonces una zona con gente "en una situación económica no muy próspera o incluso a punto de engorros" Última Hora, aunque ahora resulte difícil creer, treinta años más tarde.
Otros colectivos favorecidos fueron los trabajadores del entonces hipermercado Continente, de la pastelería Pomar, en la calle de Manacor, y de un hotel en Can Pastilla, además de vecinos de la Soledad y de la Indioteria. Ocho millones de pesetas cayeron en el poblado gitano de Son Banya. Sesenta millones, entre los empleados del palacio de la Almudaina. También al mundo de la política le correspondió algo: el entonces jefe de la oposición en el Ayuntamiento de Calvià, Eduard Vellibre, obtuvo 30 millones. No toda la ganancia quedó en casa: nueve mil millones volaron de Mallorca, en manos de los turistas del Imserso, el programa de vacaciones para la gente mayor, que habían comprado décimos en Mallorca.
Aquel 1995, la Grossa no se quedó en los límites del término municipal de Palma, sino que llegó, además, a María de la Salud, Cala Millor, Santa Margalida y Muro. La Part Forana también ha recibido la visita de la fortuna a lo largo de su historia: Santa Maria del Camí obtuvo el primer premio en 1986, y Capdepera, en 2003. En 2023 fue la última vez que cayó el Gordo de Navidad en las Islas.
Información elaborada a partir de textos de Luis Ripoll, Miguel de Santos Oliver, Julio Sanmartín, José María Marín Arce, Catalina Miralles, M. Martín y S. Soro y las publicaciones de las Islas Última Hora, Diario de Mallorca, El Iris y Diario de Ibiza.