Racismo dentro y fuera de las aulas: "¿Qué necesidad hay que me digan 'puta negro'?"

Docentes, expertos y alumnos alertan de un odio racial a menudo silenciado en los centros, pero cada vez más explícito fuera y en las redes sociales

Un grupo de amigos de orígenes diversos pasea por una calle del centro de Palma.
30/12/2025
4 min

"Puta negra", "vuelve a tu país", "eres mi esclava", "estás quemada"... son algunos de los ataques verbales que Nana, Astou y Mariama, alumnos de tercero de ESO, escuchan habitualmente de sus compañeros. Las familias de estas tres jóvenes vinieron a Mallorca desde Senegal y Mali y no hay día en que alguien no les recuerde sus orígenes extranjeros. "Que me menosprecie por el color de mi piel me hace sentir muy mal", dice Astou, mientras que las amigas hacen gestos de asentimiento. Las tres aseguran que protestan a menudo por las muestras de racismo que deben sufrir, y lamentan que, en muchas ocasiones, "los profesores no hacen caso". "Cada año es igual, y no es culpa nuestra", asegura Mariama, y ​​Nana comenta con orgullo que, a veces, protestar sí sirve: "El año pasado expulsaron unos días a un compañero porque me dijo 'negra'".

Ahora bien, incluso la percepción que se tiene de los alumnos que responden a las agresiones es problemática. "A un joven racializado se le toma como violento ante la primera señal de respuesta, y eso no ocurre con un joven blanco", dice Aliou, un estudiante de primero de Bachillerato de origen senegalés y venezolano. Aliou asegura que el racismo "se ha multiplicado entre la juventud", aunque fuera del instituto, sin la supervisión del equipo docente, "es más duro y directo". "La extrema derecha tiene un discurso que atrae a muchos compañeros y lo dicen sin ningún problema", añade. Este joven también señala que podrían hacerse más cosas en los centros educativos y remarca la importancia del contexto individual y social en un tema tan complejo: "Las personas blancas que nunca han tenido problemas muchas veces no se dan cuenta de determinados comportamientos", dice.

En cambio, Pape (cuarto de ESO), también de origen senegalés, opta por no decir nada cuando se encuentra cara a cara con actitudes racistas. "Qué necesidad hay que me digan 'puta negro'? Sí, somos negro. ¿Qué quieres que haga? Quizá sea por mi educación, pero no digo nada, aunque me siento fatal. Incluso hay gente que es racista sin saberlo", explica. "Mis padres me han inculcado desde pequeño que me aleje de las personas racistas y eso es lo que intento hacer. Supongo que, a medida que pase la vida, algunas se darán cuenta de lo que hacen mal".

Sin datos en Baleares

Cuantificar este problema, que se da sobre todo a partir de Secundaria, es casi imposible, y más cuando la Conselleria de Educación no ofrece datos sobre los casos de acoso por actitudes de racismo desde que comenzó esta legislatura –la anterior legislatura sí que se daba esta información: el curso 2022-2023, un 8,1% de los casos de aseo. Según el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, el 43,4% de los alumnos del Estado afirma haber sufrido discriminación por su origen étnico.

"Las ideas de extrema derecha relacionadas con el racismo y la xenofobia han aumentado, lo que incluye también comentarios machistas y clasistas", apunta Antonia (nombre ficticio), una docente de Filosofía de la Part Forana, que también asegura que la convivencia entre realidades distintas "no cura". "Es necesaria reflexión y escucha sincera del otro y eso no se da siempre", continúa. Los alumnos manifiestan ideas "calcadas en el discurso de la extrema derecha", como "los migrantes son delincuentes". "En el imaginario general, un migrante es un negro que llega con patera. No conciben que un alemán o un inglés lo sean, porque hay una carga de aporofobia", añade, preocupada porque los centros deben hacer frente al "tsunami informativo" que los alumnos reciben mediante las redes. "Miran vídeos de un minuto cargados de barbaridades, mitos y eslóganes continuos", dice.

Las instituciones también son racistas

El racismo en las relaciones sociales no es la única forma de discriminación a la que deben enfrentarse los alumnos de familias migrantes. El sociólogo y profesor de la UIB Carlos Vecina remarca la importancia del racismo institucional en el ámbito educativo, que se refleja en tasas más altas de abandono escolar, un menor porcentaje de alumnos racializados en Bachillerato y una mayor concentración en FP, sobre todo básica. "Esto demuestra lo que ocurre. Hay gente que excusa el mayor abandono escolar por parte de los migrantes por la cuestión de que en Baleares hay trabajo. Si esta es la causa de un mayor abandono, estamos fracasando como sociedad", dice, y remarca que esta situación también supone "una pérdida de capital humano". "Lo que pierde la sociedad es muy importante. Es algo absurdo y se normaliza", añade.

La distribución de los alumnos entre centros también es un claro ejemplo de racismo institucional. "La segregación reduce posibilidades educativas. Se concentra la población de origen migrante, vulnerable y con menos oportunidades en determinados centros. Es terrible, y las escuelas sufren hace muchos años esta distribución segregada por origen social y geográfico. Esto no va a ninguna parte", lamenta Vecina.

El experto también destaca que, en la convivencia entre alumnos, "las mujeres sufren más que los hombres" las muestras de racismo, porque "tienen roles asociados al género" que incrementan su vulnerabilidad. "Las personas hacemos representaciones sociales sobre diferencias como el origen, lo que se piensa que es la cultura de una persona y las características físicas. La gente intenta establecer un poder simbólico acorde con estas diferencias. Las representaciones sociales del otro como diferente afectan a la vida, el comportamiento y los discursos", explica.

La atención y el trabajo de los centros educativos es primordial a la hora de hacer frente al racismo, pero se trata de una tarea que muchas veces es inalcanzable. "La sociedad cambia a un ritmo que no asumimos y siempre nos faltan herramientas. Hay que intentar hacer reflexionar a los alumnos", señala el docente y también presidente de FAPA, Xavier Ferriol.

"Se hace mucho trabajo en todo lo relacionado con el discurso democrático y constitucional y el respeto a la diversidad", subraya por su parte el profesor de Historia Miguel Ángel Asensi González, quien enseña a un centro que tiene aproximadamente un 20% de alumnado extranjero. "Pero también somos conscientes de que los centros son un reflejo de la sociedad, que cada día se polariza más", sigue y sentencia: "La democracia debe lucharse".

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