Cómo cada lengua cuenta el pasado a su manera

De “he ido a Menorca” a “jela som do Brna”: los idiomas dibujan el pasado con reglas propias, y esto explica por qué el relato de las vacaciones nunca suena igual en todas partes

Cómo cada lengua cuenta el pasado a su manera
30/08/2025
4 min

PalmaTermina agosto, llega el momento de reencontrar a gente en la calle, en el trabajo o en el equipo del deporte que practicamos y, sin pensar en ello, lanzamos la clásica pregunta: "¿Qué has hecho este verano?". La respuesta, que parece tan trivial, es ya una decisión gramatical. No es lo mismo decir "he ido a Vilaverd", que suena como si todavía quedara un hilo de verano para estirar, que "fui a Xàtiva en julio", que cierra el episodio y lo deja lejos. Y todavía existe el recurso del imperfecto: "Antes iba cada día a la playa (pero ahora ya no me gusta porque hay demasiada gente)" nos indica un hábito que teníamos, más que un hecho concreto.

El catalán nos hace elegir entre estas tres vías: el perfecto ('he ido') para experiencias que todavía resuenan, el pasado perifrástico o simple ('fui o fui') para hechos cerrados, y el imperfecto ('iba') para escenas repetidas o de fondo. De alguna forma, este sistema juega con el tiempo como un pintor con las sombras. Es una sensibilidad temporal fina, pero que explica por qué un 'he ido' para contar el verano suena natural a principios de septiembre pero forzado en noviembre.

Aspecto del verbo

Ahora trasladémonos a Chequia. El checo, como otras muchas lenguas eslavas, no hace distinción entre perfecto y pasado simple: sólo hay un pasado, y lo que cuenta es el aspecto del verbo. Así, un checo puede decir: "Toto léto som byl v Brne"("este verano he estado en Brno"), con el verbo 'byte', que hace hincapié en el hecho de haber estado. Si quiere remarcar el trayecto, puede decir: "V júlio som jel do Brna" ("en julio fui a Brno"), con el verbo 'jet', que presenta el viaje como un blog completo. Y si dice "Letos som jazdil do Brna", la frase sugiere repetición: "Este año he ido a menudo a Brno". En los tres casos, el pasado se forma igual (con un participio terminado en 'l' y un verbo auxiliar, 'byť'), pero la elección del verbo nos hace cambiar el foco de la acción, como si fuera una película: podemos enfocar el plan principal, el viaje o las repeticiones de las escenas.

El polaco hace el mismo juego. "W lato pojechałem do Gdańska" significa "en verano fui/he ido a Gdańsk" y cierra la acción, mientras que "Tej wiosny jeździłem do Gdańska" expresa que "en primavera fui repetidamente a Gdánsk", como hábito. La diferencia, una vez más, es de perspectiva, más que de tiempo.

En el sudeste europeo, el búlgaro todavía mantiene piezas que otras lenguas han perdido. Así, tiene lo que llamamos un hecho oral, como un hecho verbal, que es un tiempo verbal. decir "Blanda liato som khodil do Varna" (transcripción del alfabeto cirílico), que indica que la persona que nos cuenta el verano ha ido una vez. Sin embargo, esta lengua tiene un imperfecto que sirve para describir acciones de fondo, y un perfecto que, aparte de narrar, puede indicar resultado o experiencia.

En bosnio, croata y serbio, el aorist y el imperfecto prácticamente ya no se usan, y lo que hay es, como en checo y polaco, un contraste aspectual. De este modo, "Išao sam u Sarajevo" dibuja una actividad prolongada: iba a menudo a Sarajevo. En cambio, "Otišao sam u Sarajevo" cierra la historia: fui y punto.

Si nos subimos hacia la Meseta andina, la cosa todavía se complica. En quichua, la clave es la evidencia. Un hablante puede decir "Qusquman risaqmi" ("iré a Cusco, y lo sé porque yo mismo lo digo"), con el sufijo '-' que certifica experiencia directa. Si pone '-si', es porque lo ha oído decir; con '-chá', expresa duda. Cuando un hablante de quechua dice qué ha hecho en verano, la frase lleva incorporado el sello de la fuente.

El guaraní de Paraguay organiza el pasado según la proximidad. "A-ha-kuri Encarnación" significa "fui a Encarnación", en un pasado completo pero no inmediato, mientras que "A-ha-raka'e Encarnación" sitúa el recuerdo en un pasado muy reciente ("acabo de ir"). La lengua no sólo dice que la acción es completa, sino que indica la distancia temporal.

Y en aimara, incluso la metáfora espacial del tiempo se da la vuelta. Aquí el pasado se ve delante y el futuro detrás, como si el tiempo fuera un vistazo; lo que tiene que venir queda detrás, fuera de nuestro campo visual. Un relato aimara del verano, pues, no sólo dice lo que pasó: coloca físicamente el pasado ante los ojos. julio "fuimos a Xàtiva", la cerramos que "íbamos a la playa todos los días", el imperfecto convierte la acción en hábito. Hay que decidir si el verbo es perfectivo o imperfectivo;

La mayoría de hablantes no pensamos en ello: simplemente charlamos. Ahora bien, cuando aprendemos una lengua nueva, estas diferencias se pueden hacer visibles, y pueden darnos cuenta de que las historias no siempre se cuentan igual. Saberlo debería hacernos más empáticos con los que empieza a aprender nuestra lengua y se equivoca con los tiempos verbales. Al fin y al cabo, cada lengua dibuja el tiempo percibido con su trazo.

Cuando volvemos a la pregunta inicial ("¿qué has hecho este verano?"), pues, descubrimos que, además de contar las vacaciones, al responder mostramos cómo pensamos el pasado, cómo lo sentimos y cómo lo compartimos. Y tal vez, sólo tal vez, esta conciencia nos hace valorar más la riqueza que implica abrir la boca para contar una historia.

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