Los que trabajan gratis por la vivienda: "Me dicen que pierde el tiempo"
Activistas de organizaciones como la PAH y el Sindicato de la Vivienda de Palma defienden una asesoría humanizada desde su labor altruista


PalmaÀngela Pons ha sido voluntaria de distintas causas desde los años 70, "cuando todavía no existían los servicios sociales". Por entonces, ayudaba a Can Gazà. Vivió los estragos de la heroína, "una auténtica lacra", y hace 14 años entró a formar parte de la Plataforma de Afectadas por la Hipoteca en Mallorca (PAH), una asociación gratuita que ayuda a personas con dificultades para pagar la hipoteca, el alquiler o que se encuentran en un proceso de desahucio. Como otros muchos, dedica su tiempo libre, desinteresadamente, a defender el derecho a la vivienda. "Somos cocinera y no tengo estudios. Tuve que poner codos", afirma sobre unos conocimientos que aprendió sobre la marcha, forzada por la coyuntura de la crisis generada por la burbuja inmobiliaria y la subida del Euribor, que dejó a miles de familias en la calle. "Me parecía muy injusto que, después de años pagando al banco, no dieran una oportunidad a la gente cuando a los más ricos les refinanciaban los créditos", recuerda de sus inicios. El agravamiento del problema hasta volverse transversal y, ahora, trasladado a los alquileres, hizo que la asociación ampliara los servicios. "La vivienda se ha convertido en un producto de bolsa hinchado con el que las empresas [fondo de inversión y buitre] ganan mucho dinero. Los gobiernos les permiten utilizar la vivienda para especular en vez de parar a los monstruos y crear vivienda. En dos años, desahuciaron a 250.000 familias", critica.
Propietarios particulares
El 'monstruo' al que se refiere Pons ha cambiado de cara. "Ahora el problema se ha trasladado a los propietarios particulares, cuando han visto que pueden ganar 2.000 euros por semana con el alquiler turístico", asevera, y reclama medidas punitivas para cambiar el sistema. "Por desgracia, la sociedad entiende las cosas cuando le tocan el bolsillo. Necesitamos chocar el alquiler y la declaración de zonas tensadas para acabar con una avaricia sin límites. En definitiva, legislar. El problema es apocalíptico", añade.
El trabajo de Ángela en la PAH es "esperanzador y optimista" porque demuestra a los afectados que "con información se pueden cambiar las cosas". En su entorno, muchos le dijeron que pierde el tiempo. No entienden esa implicación sin cobrar. "Es mucho trabajo y no consiste solo en no dejar a la gente desamparada", sino que también mantienen contactos con políticos para aportar soluciones. "La mayor lucha es que la vivienda entre en la parte constitucional obligatoria, punto clave para acabar con la especulación. Las leyes permiten que el turismo invada lo que nos pertenece. Todo el mundo se ha beneficiado de él. Mallorca ha vendido su casa. Necesitamos leyes que nos protejan incluso de nosotros mismos", prosigue.
Para Ángela, que cita a cada una de las personas que han formado o forma parte de la PAH en Baleares, es "un orgullo" haber atendido "entre todos" a más de 10.500 afectados. Entre sus compañeros está Gloria Olmos, una jurista penitenciaria y penalti que no sabía "nada" de hipotecas ni de contratos bancarios cuando le pidieron que formara parte de la comisión de derechos humanos del Colegio de Abogados de Baleares en el 2012, en plena crisis de desahucios. Empezó ayudando a mujeres que se separaban o habían sufrido maltrato y debían afrontar la hipoteca.
Su colaboración con la PAH se intensificó después de la pandemia. Trabajó con entidades afines para presentar una ley de vivienda "que no se aprobó", pero le permitió aprender "muchísimo". Hoy, sus conocimientos están al servicio de quienes acuden desesperados en busca de ayuda para un problema que, además de personal, es legal. "Es fundamental explicarles unas directrices cuando les llega una demanda de desahucio o una ejecución hipotecaria. A veces, paralizados por el miedo, no reaccionan y el problema se agrava. Antes luchábamos contra bancos o entidades jurídicas; ahora, contra propietarios individuales o fondo buitre", explica sobre una desprotección que nace de " "Si quien te dobla el alquiler por finalización de un contrato es un particular, es muy difícil actuar. Ellos saben que, si no te va bien, alguien vendrá que lo pagará. La lucha contra esta situación debe ser colectiva", insiste. El trabajo con la PAH permite a Olmos desarrollar su "parte reivindicativa". "Queremos ofrecer un camino, una luz; hablar con las partes implicadas para enfocar el problema. En ocasiones, no tienen derecho a la justicia gratuita por muy poco, ni un informe de vulnerabilidad; no encuentran la empatía necesaria en quien debería orientarles o no se han preocupado del problema", explica antes de reivindicar la necesidad de "humanizar la asesoría legal".
No todo el mundo entiende que trabaje sin cobrar. "Poca gente lo hace y te menosprecian o creen que no tienes los conocimientos necesarios. La gente no valora ese activismo, incluso entre compañeros del gremio", reconoce. Sin embargo, no se rinde: "Continuaré con el activismo".
Miquel Durán es el portavoz del Sindicato de la Vivienda de Palma, una organización autogestionada e independiente que "no recibe subvenciones y en la que nadie cobra". Trabajan de forma "horizontal y colectivizando el aprendizaje" a través de comisiones que distribuyen las tareas. Se reúnen en asambleas abiertas, donde estudian los casos y reciben nuevos. "Ha aumentado la diversidad de perfiles y la represión del Estado. Las actuaciones policiales son más violentas en los desahucios y nos amenazan con denuncias por cosas que no son denunciables. Es frustrante porque dificulta el trabajo, pero debemos seguir adelante porque funciona", asegura. "Lo que hacemos es útil y nos conduce hacia el objetivo de conseguir una vivienda gratuita y universal", concluye.