Electrochoques en el cerebro: la terapia real detrás del mito y por qué todavía se utiliza hoy

Durante el tratamiento el paciente está sedado, pero después puede experimentar pérdidas de memoria que, en principio, son reversibles

PalmaLa aplicación de electrochoques (terapia electroconvulsiva) en el cerebro es un procedimiento tradicionalmente controvertido que todavía se emplea en el campo de la psiquiatría, aunque de forma controlada y reducida. La película Alguien volón sobre el nido del cuco, estrenada en 1975, muestra a Randle McMurphy, personaje interpretado por Jack Nicholson, sometido a una terapia brutal, con descargas que le hacen convulsar con fuerza mientras numerosas personas le aguantan. Todo ello, con él despierto y plenamente consciente de lo que le hacen. La espectacularidad de las imágenes quedó en el imaginario de toda una generación, que aún recuerda al filme al oír hablar de la terapia electroconvulsiva. Ahora bien, poco tiene que ver con la realidad actual. "Es un minuto, es efectivo y el paciente no se da cuenta", asegura Joaquín López, psiquiatra en el hospital de Son Espases.

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Más allá de la efectividad, el coordinador de la asociación Nuestra Voz y psicólogo, Vicente Galaso, menciona sus múltiples efectos secundarios. "Es como hacer un reset del cerebro, pero se juega sin conocer realmente sus consecuencias indirectas, porque la complejidad neuronal hace difícil saber qué puede pasar. Hay casos de personas que se han hecho electroshocks y después se han dado cuenta de que habían perdido recuerdos", lamenta.

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López dice que antes se hacía sin anestesia, pero ahora ya no: "Es completamente necesario tener el consentimiento del paciente. El tratamiento es seguro para todo el mundo que lo necesite", apunta. Se emplea en casos de pacientes con depresiones severas. "Es una técnica mal vista y muy estigmatizada pero funciona", asegura. En todo momento se hace con el consentimiento de la persona y el proceso no se asemeja a lo que se muestra en filmes de ciencia ficción. Se seda al paciente y se le aplican las corrientes eléctricas. El efecto sobre el cerebro puede durar varios meses, aproximadamente tres, hasta el momento en que el usuario debe volver a repetir el proceso porque se desvanecen los efectos de la terapia.

También en mujeres embarazadas

El psiquiatra de Son Espases asegura que a veces se hace a mujeres embarazadas, porque hay casos en los que la terapia de electrochoques es más segura para la madre y el bebé que la medicación, "especialmente en depresiones moderadas o severas", explica, a la vez que reconoce que hace ya tiempo que no ve a mujeres de este perfil.

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Según varios estudios consultados, cerca del 10% de las pacientes embarazadas que se hace electrochoques puede tener algún efecto adverso. Por ejemplo, se puede precipitar el parto, ya que durante la terapia existe un aumento de las hormonas que desencadenan más contracciones. También existe la posibilidad de que se desprenda la placenta, algo que se puede prevenir con el control de la tensión arterial. En cuanto al bebé, durante la terapia se experimenta un aumento de la actividad motora, que no le duele. Ahora bien, la madre sí puede experimentar un cuadro de hipoxia (falta de oxígeno en el cerebro) que puede dañar al feto.

Más allá del caso específico de las embarazadas, estudios científicos han demostrado que la terapia moderna es segura y no causa daños cerebrales permanentes. Puede derivarse en efectos secundarios temporales como la pérdida de memoria a corto plazo, que a menudo es reversible y toca disminuir con el tiempo después del tratamiento.