Como era Clara Ingold, según su hermano mayor: "La he visto vomitar de añoranza"
Diego Ingold nos cuenta los secretos mejor guardados de la infancia de la actriz
PalmaNo son gemelas, pero muchas veces han jugado a serlo; imaginaban que la pequeña había decidido quedar enganchada al útero materno un año y diez meses más: "Por eso la lista de las dos es ella", dice el actor (y tantas otras cosas) Diego Ingold sobre su hermana pequeña, Clara Ingold (Palma, 1985). La conocemos como actriz, con piezas de teatro como Paloma de parque, y como cómica, por ejemplo, en el programa de RTVE En el cielo con ella. Y la conocemos, sobre todo, porque desde donde sea, Clara Ingold tiene el poder de sacarnos una (¡o dos, o tres!) risas.
Crecieron cerca de Costa d'en Blanes, pronto fueron a vivir a Establecimientos: "Todo el día estábamos por fuera, cogíamos las bicicletas y trescábamos… Nos llamaban con una campana para ir a comer. La vida nos cambió cuando pasamos del piso a la casa de campo" creativas, recuerda Diego. De hecho, de repente dice: "No seríamos como somos ni nos dedicaríamos a lo que nos dedicamos si no nos hubiesen empujado el sofá para hacer obras de teatro en el comedor. La familia siempre nos han prestado atención y nos ha aplaudido los juegos".
"Para un niño que no tiene ni dos años, un bebé es un juguete. Esto fue Clara para mí. Desde pequeño he estado muy propositivo y ella estaba dispuesta a jugar, hacer cabañas, role-playing… Éramos cómplices", explica Diego. Conociéndolas sólo desde el ámbito profesional, cualquiera se imagina que una casa con Clara y Diego juntos de pequeños debía de ser todo un alboroto y no siempre de flores y violas. Las relaciones entre hermanos son, a menudo, complicadas: "De pequeños, nos peleábamos mucho. Mi función era impedir que me hiciera daño y ella me atascaba con una escoba".
Clara comparte imaginario común con Diego, que dice, entre risas, que la "sobreestimulaba": bailan a la manera de Martes y Trece y también inspirados por cómo su madre bailaban twist; La princesa prometida, Dentro del Laberinto y Gremlins 2 (nunca vieron la primera parte); y pasaron muchas horas jugando en Monkey Island, una aventura gráfica de ordenador. De adolescentes, se identificaron con la subcultura grunge: "Salíamos a Túnel. Clara llevaba unas rastas preciosas y la gente le decía Clara Rastas. Nos gustaba –¡y ahora también!– la música alternativa. Incluso diría que rechazábamos un poco la música indie que no era suficientemente alternativa".
Según su hermano, Clara ha sido muy abierta pero añorada: "Le he visto vomitar de añoranza. Necesitaba tocar a madre. Cuando salía de casa no se encontraba bien y aún ahora le pasa, aunque lo gestiona mucho mejor". Explica que Clara tiene una añoranza muy profunda de las personas que ama y es por eso que tiene interés en trabajar en Mallorca. Justo al contrario que Diego. En cuanto a las amistades, "na Clara es de vínculos fuertes y de toda la vida. Yo no conserva tantas amistades de la infancia; para ella es natural mantener una red de personas que conoce hace mil años y que le hacen bien. Y se siente muy orgullosa", relata Diego, que confiesa que eso, a veces, le pone un poquito celoso.
Del trabajo de su hermana, Diego sólo tiene buenas palabras y un orgullo que le traspasa el pecho: "Clara tiene clarísimo que quiere hacer reír, que no quiere tomarse la vida muy en serio. Después de haber intentado ser actriz a ciertos niveles, descubrió que no la hacía feliz. Que estoy muy contento de ver lo que sabe exactamente. Siente orgullo de ver que es capaz de quitarse las castañas del fuego. Es sincera con lo que hace y creo que le sale redondo precisamente por eso”. Que vivan las gemelas Ingold.