Navidad

Hacer barquillos ya no es “trabajo de monjas”: así se ha recuperado la tradición mallorquina

Descubre la historia de los barquillos de Mallorca y descárgate un patrón original para recortar esta Navidad

PalmaTijeras, papel y mucha paciencia. Lo que durante décadas fue una práctica casi secreta, reservada a los conventos ya pocas manos expertas, vive hoy un auténtico resurgimiento en Mallorca. Los barquillos calados, símbolo de Navidad en las Islas, han salido de las iglesias y han vuelto al pueblo, con talleres llenos, nuevas generaciones y una declaración oficial como Bien de Interés Cultural Inmaterial.

En el Centro Sociocultural de Inca nadie despega la vista de la mesa. Todo el mundo está concentrado en cortar de la manera más perfecta posible los barquillos calados, la decoración de papel blanco que en Navidad coloniza el interior de las iglesias, las instituciones, escaparates y también muchas casas de Mallorca, de cada pico más.

"Paso mucho gusto de barquillos. Son mi droga", admite Antònia, una mujer de Sencelles, mientras clava la punta de las tijeras en un barquillo a punto de acabar. A su derecha está Joan, que lleva unas gafas con luz para ver bien lo que recorta, y Tolo, también haciendo barquillos, algo que años atrás era impensable. Casi sólo preparaban barquillos las mujeres, normalmente monjas, y tampoco lo hacían en un espacio público acompañadas de más gente, sino en los conventos o en su casa. De hecho, Margalida Gili, una mujer de Inca, bromea y dice que hacer barquillos "es trabajo de monjas", por la paciencia y el perfeccionismo que requiere.

La Iglesia se convirtió en una figura proteccionista de los barquillos, ya que sólo allí se encontraban los patrones de motivos religiosos, pero también otros que no lo eran. Ahora bien, las monjas "no los compartían", recuerda Bàrbara Llinàs, portavoz de la Asociación de Neulers y Neuleres de Mallorca y también profesora de los talleres de barquillos de Inca. Hace treinta años que hace barquillos, y cuando empezó a cortarlos, recuerda que "era una aventura" encontrarlos. "Si veías colgadas y te acercabas demasiado, te cerraban las puertas de la iglesia", dice. No sólo los patrones de los barquillos eran de la Iglesia, sino también la calidad del saber hacerlos, que tampoco se enseñaba a nadie que no fuera de la institución.

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¿De dónde procede la tradición?

El filólogo Gabriel Bibiloni expone que los barquillos calados de papel están documentados desde aproximadamente el siglo XIV. "En las iglesias se ponían sartas de barquillos colgados desde la luz principal". Antes de que fueran de papel, los barquillos estaban hechos de harina y agua. La Iglesia tenía la tradición de colgarlas y, al terminar el canto de la Sibila, ella, con la espada, cortaba los hilos y los trozos de barquillo caían sobre los asistentes, que se los comían. Pero la Iglesia reconsideró la idea de colgar barquillos comestibles al ver que el pueblo, en tiempos de hambre, se peleaba por conseguir un pedazo. Bibiloni ejemplifica esta tradición con un dicho popular: "Sibila, aguanta la torta, que no te caiga de las manos, que abajo hay dos monaguillos que abren un palmo de boca".

Esta tradición antigua revivió hace cinco años en Sencelles, donde este año, el 28 de diciembre, se celebra la quinta edición de la Fiesta de los Barquillos. Por su parte, Llinàs expone que los barquillos llegaron a Mallorca con la conquista del rey Jaime I y provienen de Cataluña. "Se colgaban durante todo el año en las iglesias y en las casas de gente noble". Esta costumbre se perdió en Catalunya, mientras que en Baleares se mantuvo "intacta porque se preservó en los conventos".

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En Menorca, "no hay constancia documental de los barquillos hasta el siglo XX, pero era una tradición que sí existió y que desapareció", dice Miquel Àngel Maria. Sin embargo, apunta que recientemente se ha recuperado y que este elemento decorativo se puede ver en la catedral de Ciutadella, en la iglesia de Santa María de Maó y en la parroquia de San Bartolomé de Ferreries, entre otros. La mallorquina Isabel Bibiloni, que lleva años viviendo en Menorca, propuso recuperar su tradición en la catedral de la isla y ahora se hace cada año. En el caso de Eivissa, fuentes del Instituto de Estudios Ibicencos dicen que nunca habían oído hablar de este elemento mallorquín y que desconocen si alguien lo hace, aunque consideran que "no es común" en la isla.

El empuje

En 2022, Tomàs Martínez empujó a los neulers a mostrar su pasión por esta tradición con la publicación del libro Cada cosa a su tiempo y en Navidad, barquillos, una obra de investigación sobre la tradición en Mallorca. En la presentación del libro, Llinàs constató que realmente había mucha más gente que lo hacía y, junto a Martínez, creó un grupo formado por ocho personas para impulsar y proteger esta tradición. Actualmente, el grupo se ha convertido en la Asociación de Neuleres y Neulers de Mallorca, formada por aproximadamente 120 personas. "Así, los barquillos pasamos de estar siempre encerrados en nuestra casa a barquillos juntos", cuenta Llinàs. De esta forma, "se pone cara a las manos que recortan".

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Con el paso del tiempo y por la fisonomía de los barquillos, que no incluyen el nombre del autor, no se sabe de quiénes son muchos de los patrones que actualmente se reproducen. "Y esto no puede desaparecer. Es como los autores de los cuadros y de otras obras artísticas", compara. En este sentido, confiesa que entiende los celos con los que las monjas protegían los barquillos: "Ellas protegieron la pureza del barquillo. Actualmente se emplea mucho la tecnología y es muy fácil que se desvirtúe". En 2022, Martínez presentó la documentación para salvaguardar este patrimonio oficialmente. Así, el trabajo de protección de los barquillos pasa a ser también responsabilidad de las instituciones. El Consell de Mallorca se comprometió con el objetivo inicial de Martínez y, en el pleno de este diciembre, y por unanimidad, declaró la elaboración manual de barquillos calados como Bien de Interés Cultural (BIC) Inmaterial de Mallorca. La portavoz de los barquillos celebra la declaración y considera que protege y promociona la tradición. Sin embargo, admite que la media de edad de los barquillos es alta y que hay que trabajar para llegar a los jóvenes. Por eso, se hacen talleres subvencionados por el Ayuntamiento de Manacor por las escuelas del municipio.

Talleres de barquillos

Casi todas las personas del taller de barquillos de Inca recuerdan haberlas visto de niños en las iglesias en Navidad, en Pascua y también en otras festividades, pero aseguran que en su casa no las hacían. "Nadie quería enseñarte a hacer barquillos, por eso el 90% de los barquillos actuales de Mallorca somos autodidactas", explica Bàrbara Llinàs. A pesar del trabajo de conservación de este elemento que hicieron las monjas, apunta que los barquillos "no son una tradición religiosa". Insiste en que "las han conservado las iglesias y las han cortado las monjas, pero la tradición es del pueblo", y ejemplifica que las festividades de la cultura popular mallorquina están "llenas de elementos religiosos", como es el caso de Sant Antoni. "Los barquillos son lo mismo: es una tradición que debe entrar por la puerta de todos", añade. De hecho, en el libro Neules per recortar, que acaba de publicar Bàrbara Llinàs, ofrece propuestas de barquillos con motivos no religiosos.

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Algunos de los asistentes del taller recuerdan haber visto barquillos opacos colgados en las iglesias porque hubo unos años que "nadie hacía", recuerda Llinàs. La tradición se paralizó, pero ahora se recupera cada vez más, y los barquillos consideran que la continuidad está en sus manos. Actualmente, el "trabajo de monjas" se ha convertido en una "fiebre brutal", porque "todo el mundo quiere hacer y todo el mundo puede hacer", celebra, considerando que los barquillos "son para disfrutarlos y compartirlos".

Maria, una mujer de Manacor que asiste al taller de Inca, confiesa que se ha "pegado" a hacer barquillos, mientras Llinàs le recomienda que compre un papel más grueso para que "pase más sabor a cortar". Celebra que esta disciplina permite que cada persona "haga lo que pueda según sus capacidades y gustos". Lo dice mientras muestra barquillos que ha diseñado porque le gusta mucho dibujar. Por otra parte, Antonia, sentada en el otro jefe de mesa, afirma que no se acuesta si tiene un barquillo a medias. A diferencia de María, que emplea un bisturí para cortar, ella utiliza unas tijeras pequeñas. El utensilio para recortar es fundamental. "Si no tienes unas tijeras buenas, no te apetece cortar", asegura. Muestra las suyas, pequeñas, y dice que tiene ocho o nueve más. "Pero empleo estas porque son las que mejor me van. Las llevo dentro de una funda y las tengo celosas. Voy muy alerta de que no se me caigan, y menos de punta, porque se empujan", cuenta.

Al igual que con los utensilios, cada uno tiene su manera de recortar los barquillos. Algunos ponen dos hojas y las cortan dobles, al igual que las monjas. Así, el barquillo queda limpio, sin ningún trozo de patrón. El grosor del papel también es importante para que no queden demasiado flojas, ni demasiado grosadas. En cualquier caso, lo que prevalece es la satisfacción de ver el barquillo terminado. "Da gusto saber que lo has hecho tú. A veces las miro y digo: '¿Esto lo he hecho yo?'", admite Margalida.

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Descarga tu barquillo

La portavoz de la Asociación de Neulers y Neuleres de Mallorca, Bàrbara Llinàs, ha facilitado al ARA Baleares barquillos que ha diseñado. Con sólo descargar la fotografía e imprimirla tendrás tres patrones de barquillos para recortar y colgar en casa esta Navidad.