Como era Antonina Obrador, según su padre: "En el instituto montaron un grupo, Las Txotxonas, y era la cantante"
Tomeu Obrador nos explica los secretos mejor guardados de la infancia de la directora de cine
PalmaCuando alguien cuenta que un bebé lloró durante tres meses desde que nació, es inevitable pensar: "Oh, pobrecito". Seguramente, también es inevitable que el progenitor que lo explica replique con uno: "¡Pobrecita, la muñeca? Nosotros, su padre y su madre, ¡sí éramos pobrecitos!". Tomeu Obrador, el padre de la criatura llorimos, dice que iba tan dormido por la vida que casi compra una enciclopedia entera a un vendedor. Durante la conversación con él, descubriremos si la muñeca, hoy directora de cine y propietaria de la librería Call Vermell de Felanitx, Antonina Obrador, ha heredado de su padre el sentido del humor.
Ante todo, Obrador padre, que se ríe poco, pero juega mucho durante el rato de palabrería, pide disculpas porque "nunca ha sido tan viejo como ahora" (y sólo tiene 70, de años!), y eso hace que le cueste recordar anécdotas. Justamente por este motivo, a veces, Antonina le regaña: "Dice que todo lo cuente mal y que no recuerdo las cosas", apunta él. Sea como fuere, su hija mayor confía en ella para que hable de ella.
"Como en las fábulas", dice Tomeu, "María y yo tuvimos tres hijos". Así, en Felanitx, en 1986 nació Antonina, de quien todo el mundo comenta que se parece a la madrina materna: "Es un auténtico retrato". Es la mayor, cuando Antonina tenía tres años llegó Mariona; cuando tenía nueve, Julián. Sobre todo, dice su padre, la impactó el nacimiento de la hermana, la puso muy celosa.
De pequeña le gustaba mucho interpretar: se disfrazaba, cantaba, se ponía ante una vidriera que tenían en su casa y hacía como si estás en un anuncio. "Era una muñeca divertida. Te lo pasabas bien con ella", dice Tomeu, antes de añadir: "También dibujaba. Ya hacía lo de los storyboards cuando era pequeña y hacía unos dibujos la mar de divertidos". Tanto para quienes la conocen personalmente como para quienes conocen sus obras audiovisuales, como la película Quest (2023) o el cortometraje ARCA (2024), estas inquietudes que tenía de pequeña han encontrado su lugar en su vida adulta. Sin embargo, de muñeca Antonina nunca dijo que quisiera ser directora de cine. Bien: si lo dijo, su padre no lo tiene en la memoria. "No recuerdo que dijera qué quería ser de mayor, pero por lo que hacía y lo que le gustaba, tiraba hacia lo de la farándula. En la escuela hacían actividades extraescolares, y ella hizo teatro y tuvo de profesor al actor Xim Vidal".
De hecho, su padre destaca que Antonina ha tenido toda la vida mucha creatividad y facilidad para vivir en la fantasía: "A su madre ya mí nos contaba cosas que después descubríamos que no eran verdad". Cuenta que con unas amigas hizo el trailer de un cortometraje con la cámara que le regalaron los Reyes cuando tenía entre 12 y 14 años. También, en el instituto, "tenía un grupo de música que se llamaba Las Txotxonas, y ella era la cantante", dice Tomeu, que emplea la ironía durante toda la conversación: "Eran como Rosalía pero de aquel tiempo. Actuaron un pico o dos y lo dejó para entrar en el Ajedrez, en Barcelona".
Antonina vivió más de una década en Barcelona, pero hace un tiempo que se ha instalado en el taller de cerámica de su madre, Maria Ramis, que recientemente se ha jubilado. Allí tiene una librería especializada en fotolibros y programa diferentes actividades durante el año. En este taller, Antonina ha crecido, jugando con arcilla y admirando las piezas de su madre, que ahora se mezclan con los recortes librescos y visuales de la hija. Por cierto, todavía no sabemos si ha heredado, de su padre, la ironía. Con ademán serio, a Tomeu Obrador se le percibe media carcajada: "Sí, es irónica. De hecho, la ironía es lo único que ha heredado de mí".