Los tiempos de Rock Hudson

El actor y director Eduardo Casanova ha anunciado en Instagram que tiene VIH. "Hoy rompo ese silencio tan desagradable y doloroso después de muchísimos años. Un silencio que guardamos y sufrimos muchísimas de las personas con VIH. Lo hago por mí, pero deseo que esto pueda ayudar a más gente", escribió. Que una figura pública tome una decisión como ésta sigue siendo noticia. Por supuesto que todos podemos continuar con nuestras vidas y que no se detendrá el mundo, como una legión de troles, muy pronto, se ha lanzado a proclamar. Las secciones de comentarios de las webs y las redes sociales se han llenado de muestras de apoyo, pero también de argumentos, preguntas, reproches y, en definitiva, juicios que nadie necesitaba. Casanova menos que nadie. Como ocurre cuando alguien libremente comparte su orientación sexual, quienes no han entendido nada cuestionan que "eso es cosa suya", que no hace falta airearlo. Que a quien le importa.

La vida privada es un derecho, no una obligación. Cuando alguien decide hablar, no traiciona su intimidad: lo usa políticamente. La seropositividad además no es una información neutral, sino una cargada de estigma. Censurar que lo comparta es reclamar que el estigma siga invisibilizándola. Lo privado no es el VIH, sino el prejuicio que muchos prefieren no revisar. Por eso, exponerse de este modo no es exhibicionismo, sino responsabilidad social desde la vulnerabilidad y no desde la superioridad moral. Y sí, puede que todas estas necesidades de preguntar obsesivamente 'a quién le importa' no hayan pensado que le importa a quién tiene VIH y no ha sido capaz de compartirlo con nadie, a quien teme hacerse la prueba oa quien cree que esto "ya no pasa" porque no lo ve en su entorno. Y si hoy ya no es un problema, ¿por qué les incomoda?

Cargando
No hay anuncios

Mientras se usen verbos como 'confesar', como si ser seropositivo fuera un delito, habrá que hablar del tema; uno que, hasta hace no tantos años, era un tabú, una desgracia y una vergüenza que arrasó la vida de millones de personas. Hoy se ha convertido en una enfermedad crónica necesitada todavía de pedagogía y explicar que una persona con VIH indetectable no transmite el virus o que no es exclusiva de homosexuales y adictos. Puede parecer una obviedad, porque no estamos en 1985, pero hay quien todavía parece vivir en tiempos de Rock Hudson. El silencio no protege: la información, sí. No molesta que Eduardo Casanova tenga VIH. Molesta que lo diga sin pedir perdón.