Los nombres de nuestra esperanza
"Muchas gracias por mostrar interés en el fútbol femenino". El CE Manacor ha puesto no hace mucho una nueva coordinadora del fútbol femenino. Por mi trabajo de reportero intrépido me interesé por este nuevo cargo en la infraestructura del club. Alicia, la nueva coordinadora, recibió nuestro mensaje y nos contactó. En español. Le devolví la contesta, por WhatsApp, en catalán. Y todo de. faltas de ortografía, y acordamos una entrevista telefónica. Al oírle la voz y mirando el linaje, le pedí: "¿Tú no has sido alumna mía?", "Eres en Toni?" castellanohablante. Fue alumna nuestra, hace un buen puñado de años, en el IES Portocristo. pensada... "Uep, Toni, ¿cómo vas a hacer por aquí?", me acometió el camarero. cortos, camisa blanca, pantalones con pinzas en el vestir y en el trato, en el servicio y en el hablar.
Y esta misma semana, también en tareas periodísticas, en la revista Cien por Cien hemos hablado con diferentes testigos en torno a las movilizaciones que existen estos días en Marruecos. Son chicas de aquí. Sus padres vinieron del Magreb. Y todas hablan en catalán, benísimo. Una es de Manacor, Chaimaa, y las otras dos son de Portocristo: Asmaa y Fatima. Tres chicas conscientes de su mallorquinidad y al mismo tiempo orgullosas de sus raíces. Reivindican su origen, al tiempo que analizan su encaje dentro de la sociedad que las ha visto nacer y que tan a menudo las mira sólo de cola de ojo, como si no quisiera acabarlas de sentir como suyas. Ellas piensan, reflexionan, discuten y hablan desde una emocionante conciencia. Asmaa, Fatima y Chaimaa han sido alumnos nuestros en el IES Portocristo, de donde partieron hace poco tiempo.
El IES Portocristo es un centro educativo de costa, con todas las implicaciones que ello conlleva. Lo entenderán los compañeros docentes de Son Servera, del Arenal, de Calvià, del Puerto de Alcúdia o del Puerto de Pollença. Cada uno tiene, por supuesto, casuísticas diferentes, pero los hechos de base son los mismos: muchas familias recién llegadas, muchas otras que ya se han instalado aquí, y que han tenido a sus hijos, pero que todavía se encuentran en el proceso de adaptación al lugar que los ha acogido y en el de abrir camino laboral y económicamente. Las necesidades sociales, económicas, familiares y emocionales de estos niños son enormes, inalcanzables para los recursos de que disponen los docentes que deben atenderlos. La lengua catalana en las aulas se la hablan los profesores (y no todos). La mayoría de alumnado, incluso el catalanohablante de origen, a la hora del patio, habla siempre en español. El profesorado sensible en cuestiones de lengua vive un día a día durísimo, desesperanzador y frustrante. Se tiene la impresión de hacer rayas dentro del agua.
Pero alerta. Hay un aprendizaje que no se ve, que no podemos vivir en directo, porque es lento y se congria con el tiempo, y que vigila en los ojos del alumnado cuando se ha ido del nido de nuestro instituto. Por un lado, la competencia lingüística, adquirida después de años de picar piedra, de estar y de no soltar. Sin la constancia, la fidelidad y la creencia profunda en el sentido de lo que hacemos, este logro no sería posible. Por otro, la actitud lingüística, la asunción de que Mallorca tiene una lengua propia, que es útil, que es necesaria y sin la cual esta tierra y sus gentes serían otras.
Decía Pep Barrull, el primer director del IES Portocristo, que pasados los años reencontraba a antiguos alumnos del instituto por los que, en su momento, no habría dado un duro. Sin embargo, al fin y al cabo todo el mundo acababa encontrando su lugar en el mundo: una cocinera, un peluquero, una ingeniera, una cajera, una empleada de banca, un gasolinero, un foravilero, un pintor de paredes y una pintora de cuadros, un maestro de escuela y un maestro de obras.
Todo el mundo, también, con los años, acaba encontrando su lugar lingüístico en el mundo y en el lugar donde vivimos. Esta misma semana, la presidenta Margalida Prohens publicaba un escrito de orgullo hispánico (de compartir lazos y vínculos y toda esta retórica vacía). Más allá del hecho en sí, que cada uno valorará según su sentimiento de pertenencia, chocaba, justamente, que para reivindicar esta hispanidad, tuviera que hacerlo, la presidenta campanera, en la lengua de los de Valladolid. Una muestra más de lo posible, ni para los mismos que lo reivindican, de ser español hablando otra lengua que no sea la de Cervantes.
Mientras tanto, a pesar de la presidenta, a pesar de los consejeros y de tanta gente que presuntamente tiene mención de nuestras instituciones practicando políticas descaradamente lingüicidas, Alicia, Dani, Asmaa, Fatima, Chaimaa y miles de jóvenes como ellos son los nombres de nuestra esperanza.