Que las autopistas de Ibiza no las querían la mayoría de los ibicencos, que no eran necesarias, y que se consumió un territorio desmedido porque había intereses superiores que pasaron por encima de los del pueblo, lo sabe todo el mundo. Aquellas imágenes de la Eivissa que ama la tierra enfrentándose a las excavadoras ya forman parte de la memoria colectiva.

Lo que quizás todavía no sabíamos es que, encima, la ejecución técnica fue más que deplorable. Las recientes lluvias torrenciales en Ibiza han ido dejando paso a la normalidad casi en todas partes, resultando que las construcciones multimillonarias y nuevas han sido incapaces de ir evacuando el agua y, encima, han provocado problemas en los sistemas de drenaje municipal, como ha denunciado el alcalde de Sant Josep en el caso de la autopista que va al aeropuerto. Las acequias y canalizaciones tradicionales son infinitamente más eficientes que obras realizadas con un despliegue presupuestario aberrante. Tanto, que batieron el récord de incremento de coste de una obra pública en las Islas Baleares.

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Ahora, para resolver este despropósito, habrá que dedicar recursos públicos de nuevo para encontrar la manera de evitar que las lluvias colapsen el acceso a la autopista que va hacia el Codolar. Por tanto, de las lluvias del pasado día 29 en Ibiza, podemos sacar unas cuantas conclusiones, todas relacionadas. Que no acabamos de creer que en las zonas inundables no sólo no podemos construir nada más, sino que además debemos ir esponjando el territorio para que absorba. Y, por tanto, en vez de más polígonos, hace falta más tierra y vegetación. Y que las autopistas de Eivissa fueron una de las tomas de pelo más asombrosas de la historia reciente de Baleares.