Franco también está muerto en Mallorca

Y en Menorca y en Ibiza y en Formentera. Franco está muerto hace cincuenta años y está igual de muerte en todas partes –también aquí–, si bien el franquismo tuvo un fuerte y poderoso arraigo en Baleares y Pitiusas. Mallorca, en concreto, tiene el triste honor de haber sido la primera zona del territorio español que se adhirió al levantamiento ilegal de militares y falangistas contra el gobierno de la República, aunque esta presteza se explique en parte por el hecho de que un mallorquín, Joan March, estaba entre quienes financiaron el golpe de estado.

Nuestros actuales gobernantes siguen decididos a gobernar de la mano de quienes quieren que Baleares vuelva a estar bajo el control del fascismo militarizado, ultranacionalista y ultracatólico en el que consistió el franquismo. El PP y Vox ya han comenzado el camino legislativo para derogar la Ley de memoria democrática, con el subterfugio que les basta con mantener la Ley de fosas aprobada por el Parlamento de Baleares durante la primera legislatura presidida por Francina Armengol. Esto es falso, porque ambas leyes tienen objetivos distintos: mientras la Ley de fosas de Baleares está pensada para la recuperación de los restos de las víctimas del franquismo, la de memoria democrática que aprobó la mayoría progresista en el Congreso prevé un censo de víctimas y otro de simbología franquista, además de impulsar la investigación de la investigación y la divulgación de la investigación histórica. No son leyes que se excluyan o sean redundantes, sino que se complementan y son, ambas, igualmente necesarias.

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Sin embargo, hace unos días el busto de Aurora Picornell en el Molinar volvió a ser vandalizado. Lo hicieron los mismos de siempre, sólo que esta vez Vox subió aún más el nivel de cinismo y condenó el ataque contra la efigie de la sindicalista y comunista asesinada por los fascistas, mientras insinuaban que podía haber sido un ataque de falsa bandera "de las izquierdas". Muy creíble, viniendo del partido que tiene en la presidencia del Parlament un individuo pendiente de un juicio por delito de odio por haber destruido, justamente, una imagen de Aurora Picornell y Les Roges del Molinar.

Tan pendientes como están nuestros gobernantes de seguir gustando (al menos, como destino turístico) a los alemanes, podrían imitarlos en alguno de sus comportamientos políticos: es impensable que la conservadora CDU, ni siquiera con un canciller tan derechista como Friedrich Merz, pacte nunca nada con la negacionista Alternativa por Alemania, que sería el equivalente abiertamente franquista como Vox. Hace un mes Marga Prohens le dijo a Lluís Apesteguia que no tenía sentido discutir sobre Franco porque el dictador murió "antes de que usted y yo naciéramos", una curiosa afirmación de que la historia contemporánea debió empezar el día que nació la actual presidenta del Gobierno. La realidad es que al PP, y en particular al PP de Baleares, le ha molestado siempre la memoria democrática porque tienen mucho de qué empujarse: no solo de los crímenes que la derecha cometió en Baleares el 36 y después, sino de los múltiples y sostenidos esfuerzos que llevaron a cabo durante la dictadura (y también en democracia) para intentar borrarla.

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Por el momento, el PP celebró el cincuentenario de la muerte del dictador con una condena del Tribunal Supremo contra el fiscal general del Estado, con la excusa de proteger los derechos de un evasor fiscal, que ha causado estupor en el mundo civilizado. Es un recordatorio inquietante del respeto que tiene (que ha tenido históricamente) la derecha nacionalista por el estado de derecho y las instituciones democráticas.