"El Partido Popular siempre cumple sus acuerdos". Pacta sunt servanda, decían los antiguos. Es el argumento que esgrime la presidenta Prohens para justificar que su partido haya vuelto a decir que sí a la exigencia de Vox, de derogar la Ley de memoria democrática aprobada por el gobierno del Progreso, durante los cuales se dio un impulso importante y necesario a las políticas de memoria histórica. "Sólo faltaría, ¿o ahora coartaremos que Vox presente sus propuestas?", añade Prohens, con cinismo ayusista.

El argumento del cumplimiento de los pactos podría quedar bien si no fuera falso. La historia de la relación del actual ejecutivo con la Ley de memoria democrática es enrevesada: en un primer momento, el PP se comprometió con Vox a derogarla, y ese compromiso se incluyó en el famoso documento de 130 puntos que recogían punto por punto todo el programa electoral de Vox, y que les peperos firmaron a cambio de la investidura de Prohens. Luego vino el momento en que Vox rompió relaciones con el PP, y entonces Prohens y su ejecutivo dieron palabra a los grupos de la oposición, el PSIB y MÁS, de no derogar la Ley de memoria democrática a cambio de tener su apoyo en la votación de dos decretos ley (no eran dos decretos ley cualesquiera: eran los dos decretos ley cualesquiera: eran los dos PP en el Parlament, cuando votó "por error" un paquete de enmiendas de Vox que prácticamente equivalía a la cancelación del autogobierno, empezando naturalmente por la legislación que protege a la siempre odiada lengua catalana). Por último, los acuerdos con Vox se han recompuesto (después de que el homólogo de Prohens en el País Valenciano, el presunto delincuente Mazón, lograra aprobar los presupuestos y, por tanto, sobrevivir políticamente, gracias a los votos de Vox), y ahora el PP de Baleares vuelve a decir que sí a la derogación de la Ley. Esta vez, al parecer, será la definitiva. El PP arguye que esta ley le es "indiferente", una idea absurda que podría ser graciosa si no fuera dramática.

Cargando
No hay anuncios

Así pues, el PP de Baleares cumple los acuerdos, sí, pero sólo lo que suscribe con Vox. A los partidos de la oposición les engañó cuando les dijo que no derogaría esta ley, los utilizó para obtener los apoyos que necesitaba puntualmente en un momento concreto, basta. Por otra parte, todo lo que ocurre entre el PP Baleares y Vox Baleares no depende en ningún momento de sus propias decisiones, sino de las idas y venidas de la política madrileña. La obediencia de los gobernantes de Baleares a las matrices de sus formaciones en Madrid nunca había sido tan absoluta y acrítica. Sus palabras son argumentarias que reciben por correo electrónico, sus actuaciones son órdenes llegadas de la capital del Reino. No hay más.

O sí hay algo más. En medio de todo esto, existe un presidente del Parlamento imputado y pendiente de juicio por un delito de odio, una situación democrática e institucionalmente insostenible que Prohens también intenta justificar apelando al cumplimiento de los pactos. Ser presidente o presidenta del Govern balear es el máximo honor al que puede aspirar cualquier político mallorquín, menorquín, ibicenco o formenterero, y su primer deber no es cumplir acuerdos con fascistas, sino servir la dignidad de los ciudadanos y de las instituciones. Derogar la Ley de memoria democrática, y mantener a Le Senne en la presidencia del Parlamento, es una ofensa doblemente grave a esta dignidad. Es, de hecho, su negación. Prohens puede esconderse en el doble y triple lenguaje del trumpismo de provincias, pero debe saber que, en el caso improbable de ser recordada, lo será por esta indignidad.