Habrá quien estos días, con o sin criaturas, aprovechará para ir al cine, no sólo a refrescarse dentro de estos verdaderos refugios climáticos, sino sobre todo a ver películas como la última de un estudio que nos ha hecho soñar muchas vueltas. Estoy hablando de Pixar y de su nueva aventura, que lleva por título Elio y propone una defensa psicoemocional de la belleza de la alteridad. También transmite otro mensaje igual de importante: que, pese a todos los pesares, no estamos solos, y siempre tenemos la oportunidad de formar parte de una comunidad más ancha. En una época en la que han vuelto los discursos de odio de nuevas extremas derechas furibundas de siempre es fundamental volver a tender puentes de pertenencia. Con la feliz publicación del Breviario mediterráneo de Predrag Matvejević, en magistral traducción de Pau Sanchis Ferrer, LaBreu Edicions nos vuelve a regalar una obra primordial para entender el alma profunda de este mar antiguo y siempre vivo, aunque en los últimos años también nos ha recordado que es uno de los mayores cementerios del planeta. El libro –con emocionantes prólogo del eterno nobelable Claudio Magris y epílogo de David Guzman, que acaba de ser reconocido merecidamente con el premio Difusión– es mucho más que un ensayo: es una oda lírica, erudita y sensorial a un acuático espacio simbólico, histórico e íntimo, un territorio compartido en el que el territorio compartido donde lo una misma sustancia hermanadora.

Esta maravilla brilla como un faro espléndido y confirma los dones de traducción –y en catalán podemos decir que traducir no es traicionar sino elegir– de un poeta, prosista, editor y traductor en estado de gracia como es Pau Sanchis Ferrer. Con una lengua que respira, sube, se adentra y arraiga ha sabido capturar el espíritu sabio y el estilo juguetón de Predrag Matvejević como si fuera suyo. La traducción es precisa, culta y honda, vibrante como una ola y exacta como una carta náutica digna del mítico cartógrafo mallorquín de origen judío Abraham Cresques, uno de los personajes que no podía faltar en esta fiesta. A través de la pluma de Matvejević oímos resonar otras voces: Juan Francisco Mira, Baltasar Porcel, Biel Mesquida y el ya mencionado Magris, entre otras. Juntos y por separado ofrecen una constelación de miradas que trascienden fronteras y siglos, porque este mar no entiende de límites, sólo sabe impulsar rumbos y destinos. Leer el Breviario mediterráneo significa sumergirse en una biblioteca líquida, en un universo de puertos y derivas donde las palabras son pensamiento y red que nos recuerdan de dónde venimos y con quien compartimos este inmenso viaje. Si puede, este verano debe leer este prodigio literario –un clamor precioso a favor de la literatura, la diversidad y la singularidad como fuerza eternizador– al borde del mar o con el mar bien adentro.

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