El poder y la gloria de Antònia Arbona

La filóloga, escritora y traductora Antònia Arbona publica en Documenta Balear su decimosexto poemario, El poder y la gloria, una versada epopeya metaliteraria que dialoga con tótems catalanes (ineludible mencionar las claras presencias de Josep M. Llompart o de Blai Bonet) y con plumas universales (William Wordsworth, Walt Whitman, Ezra Pound, Paul Celan, Graham Greene). Viene acompañada de una veintena de paratextos entre prólogos, epílogos y comentarios al cuidado de Pere Perelló y Nomdedéu, M. Magdalena Gelabert y Miró, Sebastià Bennasar Llobera, Gabriel Janer Manila, Pep Siset, Nicolás Dols, Miguel Cardell, Cristina Álva Sureda; y Martí. La obra plástica que ilustra la cubierta es de Israel Clarà.

El poder y la gloria, de Antonia Arbona, se puede leer como una celebración de la fuerza de la literatura cuando ésta es capaz de salvar vidas destruidas, como una salvaje confesión en versos que adoptan diferentes modalidades rítmicas y métricas, como un despojamiento brutal en el que salen a la luz verdades terribles, como un grito de denuncias contra la corrupción Llunàtic, como una explicitación de situaciones violentas que ha tenido que sufrir la autora bajo las presiones de una serie de machos que han querido abusar de ella… Por todo ello se trata de un libro que golpea y estremece desde todos los niveles de lectura, desde todas las posibilidades interpretativas, y Arbona llega a las mismas certezas la epifánica conclusión de que todo acto creativo puede llegar a ser un psicomágico milagro de alquimia en el que el estiércol se transforma en oro. Es desde ese poder transmutador que la poeta subvierte las miserias sufridas para sublimarlas en una ambiciosa y colosal obra poética.

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Tanto Blai Bonet como Pier Paolo Pasolini o el Marqués de Sade habrían dado la razón a Antònia Arbona en cuanto a las quirúrgicas reflexiones que proporciona a través de páginas rabiosas que no pierden el tono justo ni la expresión exacta cuando describen el poder, que corrompe y tiraniza. Aunque la voz poética a menudo expresa dudas y explicita que no entiende cómo ha podido resistir tanta ignonimia, al final se confirma que la gloria sólo se destina a las almas valientes que, como Antonia Arbona, no callan ante la adversidad y crean contra todo, tal y como demostró un cineasta también mencionado en el volumen como Jes Franco.