El discurso de las vísceras
El Alquimista Josep Palau i Fabre tenía la teoría de que hay libros de invierno y libros de verano. Reconozco que me hace gracia haber leído Invierno humilde de Joan Perelló estos días tan calurosos que dan la impresión de que debemos fundirnos en cualquier momento. Por el título, el nuevo poemario de Perelló debería ser una lectura invernal, pero me ha parecido una excelente lectura de verano.
Invierno humilde es un libro de tono crepuscular, una puesta en escena de la conciencia de la devastación de nuestra tierra yorca y del fin de era que experimentamos en este vasto laboratorio que es el siglo XXI: las arquitecturas tienen aluminosis, los quinqués se gastan inexorablemente, nos abrumaron los viajes que no haremos y los horizontes que no contemplamos. Ante tal situación de drama, el desconcierto impregna las páginas y se encuentra en todas y cada una de las latitudes. También se trata de una recopilación de temores póstumos: soberana es aquí el miedo feral de no tener tiempo de escribir el poema definitivo, lo que dé sentido conclusivo a la finalización. Sin embargo, Joan Perelló no cae en la desesperación ni en la sentimentalidad barata, extremos que siempre ha sabido evitar. Impera, sin embargo, la caparruda esperanza de no querer desfallecer, y es en este punto final cuando la escritura es más intuitiva y libre que nunca, porque una vez muerta la memoria es cuando se puede escribir a sus anchas sin el peso abrumador de los recuerdos. Prescindiendo de diccionarios, Joan Perelló habla claramente de la muerte, y si para Joan Fuster morir será dejar de escribir, para Joan Perelló significa cerrar el cajón después de haber guardado en orden todos los papeles.
Ante por delante de que somos carne en la capoladora de la existencia, Invierno humilde se adentra en los engranajes del motor cósmico del amor, que se encuentra en los besos vulgares llenos de saliva que ayudan a apagar la sed, pero también en la culminación del proyecto humano en este mundo como un sentido de generosidad, llegando a conclusiones similares a las de Simone Weil e Iris Murdoch. Además, existe una pasión tan colosal en favor de la creación literaria y del furor por las artes que se desprenden múltiples energías. Por ejemplo, genial es el poema dedicado a Miles Davis que parodia el mito de la caverna de Platón, y no está de más recordar que la música es fundamental en los versos de Joan Perelló, sobre todo el jazz, ritmo potente y omnipresente en su orgánica poesía completa.
Libro ensordecido por estar compuesto con un compás de enumeraciones, paralelismos, anáforas y repeticiones enfáticas, Invierno humilde de Joan Perelló es una propuesta de una honestidad y de una humildad abrumadoras, un réquiem melancólico y combativo marcado por la nobleza de la humildad y la dignidad de la despedida, un libro invernal en apariencia que se puede disfrutar como una orgía de verano.