El consultorio

¿Se debe premiar a los hijos para llevarse bien?

Los niños cuando tienen entre 5 y 8 años no son conscientes de lo que esperan los adultos de ellos

BarcelonaQuien más quien menos ha caído en la trampa de premiar a sus hijos o hijas por tareas que son responsabilidad suya, como ir al cine si se llevan bien en una comida larga entre adultos o comprar unos sobres de esa colección de cromos que tanto les gustan para hacer los deberes sin protestar y concentrados. ¿Pero en este tipo de situación es aconsejable recompensarlos?

"Es un dilema complicado", reconoce la profesora colaboradora de los estudios de psicología y ciencias de la educación de la UOC, Sylvie Pérez. Lo primero que las familias deben tener claro, apunta, es que los niños o niñas no saben qué significa llevarse bien ni son conscientes de lo que esperan los adultos de ellos cuando tienen entre 5 y 8 años. "Para ellos, llevarse bien es un concepto muy abstracto, hay que bajar a un hecho concreto para que lo entiendan, como "no te muevas" o "no te levantes" o "estés callado"", especifica. "Poco a poco van interiorizando lo que se espera de ellos según lo que dicen los adultos, pero hasta a partir de los trece años no desarrollan los conceptos abstractos por sí solos", añade la psicóloga.

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¿Es bueno recompensarlos?

Pérez no ve con malos ojos que se "premia" al niño para hacer correctamente sus tareas diarias, siempre que se haga de una forma "natural". "Las recompensas con los pequeños funcionan al igual que con los adultos, es importante saber cómo las utilizamos, deben ser efectivas y ayudar a generar e interiorizar hábitos o una conducta que queremos que se repita en el tiempo", añade. Sin embargo, también deja claro que la conducta del niño no debe depender exclusivamente de una recompensa.

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¿Qué premiar?

Cuando hablamos de premiar, según la experta, no es el resultado sino el esfuerzo de hacerlo. "Hay que recompensar pequeños pasos, por ejemplo, en la escuela el premio no debe ser aprobado sino hacer bien los deberes, subrayar apuntes o hacer resúmenes", dice Pérez. Otro aspecto a tener en cuenta es que el premio debe ser por algo que sea asumible para el niño o niña. Si por ejemplo siempre ha suspendido inglés, el premio puede ser cuando apruebe el primer examen y no esperar a que apruebe la asignatura.

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¿Cómo debe ser esta recompensa?

No hay que premiar, ni tampoco castigar, con algo que aún falta tiempo para que llegue, como por ejemplo prohibir ir a la fiesta de cumpleaños de un amigo la próxima semana o prometer que en verano irán ese parque acuático que tanto le gusta. "Debe ser algo inmediato y significativo, que tenga valor para el niño", apunta. Ahora bien, este valor, deja claro Pérez, no hace falta que sea material. Las recompensas pueden ser desde una frase alentadora o un abrazo hasta ver una película en televisión con familia o jugar a un juego de mesa que tenemos en casa.

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¿Qué es más efectivo, el castigo o el premio?

Si lo que se quiere es reforzar un hábito o comportamiento, según Pérez, es mucho más efectivo optar por la recompensa que por el castigo. "Funciona mucho mejor premiar cuando se hace bien, que castigar cuando se hace mal". Pero lo que sí debe evitarse es que todo lo que haga tenga que ir acompañado de un premio. "Hay que anticipar cuando algo tendrá recompensa, no darlo por sentado", concluye.

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