El GOB defiende que la transición ecosocial puede generar más trabajo y mejor calidad de vida
La entidad ecologista presenta un informe que apuesta por reducir la dependencia del turismo e impulsar sectores sostenibles en las Islas Baleares
PalmaEl GOB Mallorca ha presentado este viernes en el Parlament el informe Impactos sobre el trabajo de la transformación ecosocial en las Islas Baleares. Una propuesta decrecentista, elaborado por la cooperativa Garúa. El documento defiende que una transición ecosocial bien planificada podría suponer un incremento neto del empleo, con trabajos de mayor calidad y condiciones más dignos, a la vez que mejoraría la calidad de vida de la ciudadanía.
La portavoz del GOB, Margalida Ramis, ha explicado que el informe plantea "propuestas fundamentales" para avanzar hacia un modelo económico menos dependiente del turismo y más alineado con los límites ecológicos del Archipiélago. "Baleares es un territorio limitado, frágil y dañado por crisis ambientales y económicas que deben situarse en el centro del debate social y político", ha remarcado. El objetivo, ha añadido, es que el documento sirva de base para una discusión pública a lo largo de 2026 sobre la viabilidad económica, social y política de estas propuestas.
Un modelo basado en la turistificación
El investigador de la UIB Iván Murray, miembro del grupo de investigación GRICCS, ha presentado un análisis metabólico de la economía balear, es decir, una evaluación de los flujos de energía y materiales que sostienen el modelo actual. Según Murray, desde el final de la Segunda Guerra Mundial las Islas se han convertido en "un laboratorio de la turistificación", un proceso que ha impulsado la dependencia de una mano de obra abundante y barata para atender a una población flotante cada vez mayor.
Este modelo, ha explicado, ha ido acompañado de una fuerte presión demográfica y territorial, así como de una elevada dependencia energética y material. Actualmente, cada persona genera una huella material diaria de 27,4 kilos, y el 90% de la energía que se consume en las Islas se destina a la electricidad y al transporte -aéreo y terrestre-. "Somos un sistema económico que requiere muchos recursos externos y que deja una impronta ambiental insostenible", ha advertido Murray.
En cuanto a las condiciones laborales, el investigador ha recordado que, aunque la media salarial roza los 2.000 euros mensuales, las ocupaciones más comunes dentro del sector turístico no permiten cubrir el coste de la vida en las Islas: "Una habitación en un piso compartido puede costar ya unos 1.000 euros mensuales". Por contra, los sueldos de cargos directivos o gerenciales alcanzan los 5.000 o 6.000 euros, una brecha que pone de manifiesto, según Murray, la desigualdad del modelo actual.
"La pandemia debía ser una oportunidad para repensarlo todo, pero lo demostrado es la vulnerabilidad extrema de un monocultivo turístico y la dependencia estructural del exterior", ha añadido. "La COVID no fue un accidente, sino un aviso de qué va a venir".
Propuestas para una década de transformación
El informe de Garúa propone una estrategia de transformación para el período 2025-2035 basada en cuatro grandes líneas: reducir el consumo material y energético hasta niveles ecológicamente viables; impulsar la producción local para cubrir las necesidades de proximidad; adaptar el funcionamiento económico a los ciclos de la vida y apostar por una economía circular sustentada en el sector primario y las energías renovables; y promover una redistribución de la riqueza que refuerce la autonomía económica y la cohesión social.
El coautor del informe y miembro de la cooperativa Garúa, Luis González, ha señalado que actualmente "la mayor parte del trabajo se destina al turismo o actividades vinculadas, como la construcción, el comercio o el ocio", mientras que el sector primario y la industria tienen un peso muy reducido. También ha destacado la importancia de reconocer y valorar el trabajo comunitario y lo que se hace en los hogares, a menudo invisible o no remunerado.
Según los cálculos del informe, una transición ecosocial "bien planificada" podría crear hasta 14.000 empleos netos con jornadas de 35 horas semanales, y hasta 108.000 si la jornada se redujera a 30 horas. Se trataría, dice González, de empleos "en sectores sostenibles, estables y con mejores condiciones laborales".
"La transición ecosocial no es una utopía, sino una necesidad para adaptarnos a los límites planetarios y garantizar una vida digna para todos", ha defendido. "Es un proceso de largo recorrido que va a pedir valentía política, compromiso social y planificación, pero que puede convertirse en una gran oportunidad para las Islas".