El ADN de las lenguas humanas

Con el tiempo se fue construyendo el árbol genealógico de las lenguas de Europa, una gran familia conformada por las que están emparentadas históricamente, pero que nos conecta de forma directa con personas de India y Pakistán

Seguro que, en algún momento de su vida, le han dicho que el catalán y el castellano son lenguas romances, que pertenecen a la misma familia. ¿Qué significa, sin embargo, que formen parte de la misma familia lingüística? Desde que estábamos en el instituto hemos oído hablar de familias lingüísticas. Tradicionalmente, se nos dice que pertenecemos a la familia romance, porque el catalán proviene del latín, como tantas otras lenguas.

El trabajo de muchos lingüistas se centra en descubrir el parentesco entre las diferentes lenguas del mundo. Si alguien menciona a los hermanos Grimm (Jacob y Wilhelm), la mayoría de nosotros pensará en cuentos de hadas, cuentos populares y leyendas. Mientras que Wilhelm estaba más interesado en la literatura medieval, Jacob se especializó en lexicografía y mitología germánicas. Al observar varias lenguas, se temía que hubiera cambios sistemáticos. Junto con Karl Verner, Jacob Grimm propuso una serie de leyes fonéticas que explicaban cómo habían cambiado las lenguas. A partir de aquí, los lingüistas interesados ​​en la evolución de las lenguas hicieron un gran avance. Pudieron retroceder en el tiempo y ver que el latín y el griego no son parientes tan lejanos, y que estas dos lenguas también estaban relacionadas con las lenguas germánicas (frisón, sueco, alemán, etc.), incluso con las lenguas eslavas (ruso, checo, polaco, etc.) y las lenguas celtas (bretón, galés, etc.).

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Con el tiempo se fue construyendo el árbol genealógico de las lenguas de Europa. Una gran familia de lenguas emparentadas históricamente. Es el mapa que suele salir en los libros de texto, en el que destacan las famosas excepciones: el húngaro, el finlandés, el saami (o lapón) y el estonio (son de una familia llamada finoúgrica, que proviene de detrás de las montañas de los Urales) y el vasco, la eterna lengua aislada que de momento no parece tener que es la lengua que se encontró César cuando entró en la Galia, pero poco más; ha habido muchas propuestas, pero todas ellas han sido refutadas).

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Una familia de 400 lenguas

El mapa familiar se amplió cuando los europeos aprendieron sobre el sánscrito, una lengua de la India, lo que les ayudó a conectar un gran grupo de lenguas de toda Asia. Estos estudios permitieron resolver cuestiones como el origen del romaní, la lengua de los gitanos, estableciendo su conexión con las lenguas de Irán y la India. Esta gran familia de más de 400 lenguas se denomina indoeuropea.

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El término «familia» se usa metafóricamente, ya que los árboles genealógicos de las familias lingüísticas imitan los árboles genealógicos de las personas. Pero, de hecho, hay todo un aspecto que va más allá de la metáfora y que nos conecta directamente con las personas de Irán y Pakistán. El genetista Luigi Luca Cavalli-Sforza ha estudiado genética de poblaciones durante años y siempre se ha tomado muy en serio los árboles genealógicos. Su libro... Genes, peoples and languages es un resumen fantástico de su trabajo. Cavalli-Sforza ha analizado múltiples secuencias de ADN de multitud de poblaciones. El resultado principal ha sido la creación de árboles de poblaciones, que muestran cómo éstas se han ido separando a lo largo de la historia. También ha comparado estos árboles con los árboles lingüísticos y el grado de avenencia entre ambos es asombroso.

A medida que las poblaciones se separan, también lo hacen las lenguas. Esto no es inesperado del todo, y resulta lo suficientemente lógico. Siempre habrá aspectos a mejorar, o misterios a resolver, pero encontrar esa coincidencia tan grande ha ayudado también a refinar o repensar ciertas ideas asumidas por la lingüística. Hay que tener muy presente que las lenguas evolucionan o cambian mucho antes que el ADN, por eso a veces parece que faltan eslabones de la cadena.

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También hay lenguas que desaparecen sin dejar rastro, o poblaciones que parecen más desconectadas de las demás. Recientemente un estudio liderado por David Reich de la Universidad de Harvard ha podido encontrar un eslabón, hasta entonces invisible, que conecta las poblaciones de Anatolia (actual Turquía) con la cultura esteparia de los Yamnaya, famosa por su expansión por Europa y Asia y por ser los precursores de muchas de las lenguas indoeuropeas.

Las indoeuropeas

El mapa de lenguas indoeuropeo ha sido prácticamente inalterado hasta hace muy poquito. Alguna vez se han movido los elementos dentro del propio esquema, pero sin hacer grandes cambios. Pero en 2023, el arqueólogo Daniel Schwemer, de Julius-Maximilians-Universität (Würzburg, Alemania), anunció que, analizando unas tablillas de arcilla de los hititas, había encontrado una lengua nueva de la que no se tenía constancia. A los hititas les interesaba recoger muestras de rituales en lenguas extranjeras. Es por este motivo que se transcribió en la lengua original a la tablilla de arcilla. El desciframiento de la escritura 'cuneiforme' (se llama así porque se hacía marcando la arcilla todavía fresca con un cuño de madera) ha sacado a la luz miles de años más tarde esta lengua desconocida.

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El estudio de las lenguas nos ayuda a comprender mejor nuestra historia y nuestros vínculos con multitud de culturas que nos rodean. Esto incluye las lenguas antiguas, como el latín y el griego. Sin su estudio no podemos comprender de dónde venimos. Y también incluye las lenguas actuales: desde las más conocidas como el alemán, hasta otras menos famosas como el gaélico escocés, el sorbio que hablan en Sajonia y Brandeburgo, y el romance que hablan en Suiza, entre otros.

Todavía queda mucho por descubrir, pero seguro que la combinación de diferentes disciplinas como la lingüística, la antropología y la genética nos ayudarán a resolver muchos de estos misterios.