Así empezó el cine en las Islas
Hace 125 años se inauguró el Cinematógrafo Balear en el Huerto del Rey de Palma, la primera sala del Archipiélago con programación constante
PalmaNo hacía ni cinco años de la primera proyección de la historia, el 28 de diciembre de 1895, en el Gran Café de París, cuando abrió sus puertas la primera sala de las Islas que ofreció sesiones de cine de forma regular. El Cinematógrafo Balear inició su trayectoria hace 125 años, el 28 de junio de 1900, en el Huerto del Rey de Palma, levantando la expectación e incluso el miedo entre los isleños de la época.
Imágenes en movimiento! Aquello era lo nunca visto. El nuevo invento de los hermanos Lumière –que ciertamente parecían predestinados por su linaje– fue acogido por todas partes con sorpresa por los espectadores, que llegaban a huir de las salas, asustados, cuando creían que un tren saldría de la pantalla y los embestiría. Pero no dejaba de ser una atracción de choza de feria. En el Drácula de Coppola, el conde y la joven Mina asisten a una de esas primeras exhibiciones: él expresa su admiración por los progresos de la ciencia, mientras que ella le pide que cómo puede llamarse "ciencia", de aquello.
Curiosamente, la primera proyección de cine en las Islas fue un fracaso. Ya en noviembre de 1896 consta una solicitud para realizarla en el teatro La Constancia, en Palma. Pero aquél era todavía un invento incipiente, y los fallos técnicos arruinaron las expectativas de la concurrencia.
Así las cosas, el honor de presentar por primera vez el cine a los isleños corresponde al teatro Principal de Ciudad, el 27 de enero de 1897. Los carteles anunciaban la "gran novedad: representación del nuevo invento nunca visto en esta capital y aplaudido en todos los teatros de Europa. El cinetógrafo." Fotografías animadas.
El público de Palma respondió a la llamada, pero según pasaban los diez días programados de proyecciones, la afluencia de espectadores mermaba. Al parecer, se había desvanecido el impacto inicial. Una de las proyecciones, dedicadas a la muerte del dirigente independentista cubano Antonio Maceo –sí, el de la famosa silla que fue a parar a Mallorca–, la calificaba el cronista deÚltima Hora de "desastrosa". "El cliché era pésimo, la luz no iluminaba y la escena era vulgarísima", añadía.
Las reacciones de los espectadores
Uno de los pioneros del cine en Mallorca, Fructuoso Gelabert, recogió las reacciones de los mallorquines en la nueva maravilla: "No entendían cómo podía hacerse eso". Boquiabiertos con una película a la que salían multitud de personajes, comentaban: "No sé cómo el barco ha podido llevar a tanta gente". Un espectador aseguraba que "seguramente es cosa del demonio". Pronto, el semanario católico Mallorca dominical calificó el nuevo espectáculo de "centro de corrupción y de escándalo".
Pero hubo, por supuesto, quien vio las posibilidades de negocio que aquello ofrecía, a pesar de los titubeos iniciales. Hablamos de Josep Tous Ferrer, lo que ahora llamaríamos un emprendedor: librero, impresor, fundador deÚltima Hora, impulsor de empresas de tranvías o de navegación aérea –¡en aquellos tiempos!–, logró la concesión de los terrenos del Huerto del Rey de Palma, que entonces no eran unos jardines, como, sino unos solares, y construyó el Cinematógrafo Balear –por supuesto, bautizado así, en castellano, como fue habitual con los nombres de los cines.
Parece que en este sitio ya había existido, muy poco antes, un local destinado a la misma actividad. Consta de una orden de inspección del gobernador de la provincia, de 20 de junio de 1899, para comprobar si reunía las condiciones de seguridad exigidas. Según Aguiló, aquí se llevaron a cabo "sesiones de vistas fijas y de linterna mágica", es decir, los antecedentes inmediatos del cine. No tenemos muchas más noticias de esta sala pionera.
En cuanto al flamante Cinematógrafo de Tous Ferrer, el hecho es que era una barraca hecha de madera, que a la prensa de la época le daba pasar pena si se aguantaría de pie. "Antes de abrirse al público", advertía La Roqueta, "no estaría de más que el ingeniero provincial le pegara una ulladita con objeto de evitar desgracias, porque, la verdad, parece hecha de cartas" –es decir, de naipes. Pero aguantó, y bien aguantó, hasta 1904. Después, Tous mismo trasladó las sesiones de cine al nuevo teatro Lírico, ubicado también en el Hort del Rei. Probablemente, el empresario debió ir bien atareado con el resto de sus múltiples actividades, ya que consta que se hizo cargo de la dirección del Cinematógrafo Ricard Rosich, venido desde Barcelona.
En el Cinematógrafo Balear se exhibieron títulos como Cenicienta o El hombre orquesta, todos dos de Georges Méliès. Él era ilusionista, y fue el primero en advertir las increíbles posibilidades del nuevo invento: en sus películas, los personajes aparecían y desaparecían, o se transformaban ante el atónito espectador. También logró imágenes en color, pintando a mano los negativos. Otra película proyectada fue Aladino y la lámpara maravillosa, de George Smith, de la que la publicidad de la sala destacaba la espectacularidad: "Transformaciones, magias, bailes, desfiles". Se trataba de dejar al público asombrado. La Roqueta recoge como también se proyectaron imágenes grabadas en el paseo del Born, "con gran animación de gente".
El escritor Màrius Verdaguer, entonces un estudiante de Bachillerato, nos ha dejado un testimonio de cómo eran aquellas sesiones en el Cinematógrafo Balear. Un muchacho se encargaba, antes de cada película –todas ellas cortometrajes, entonces–, de expresar en voz alta su contenido: "Baño de caballos". Y efectivamente aparecían aquellos animales arrojándose a un gran lavadero: "Me aferré a la silla, temiendo que alguno de esos fogosos caballos se tirara sobre mí". Alguien se levantaba e iba a mirar detrás de la pantalla, a ver si los caballos estaban allí. La primera producción con argumento que Verdaguer vio en este local fue El asesinato del duque de Guisa, un episodio histórico.
El cine en Menorca y las Pitiusas
En la Part Forana, el primer encuentro con el nuevo invento data de agosto de 1901, en Alaró. Otros visionarios, los hermanos Perelló, que poco antes habían creado la primera fábrica productora de electricidad de Mallorca, abrieron un local de exhibición cinematográfica en las cocheras de Can Baraiol. Aquello generó tanta expectación que, según Aguiló, llegaba gente en tren, desde el resto de Mallorca, para asistir a las proyecciones. Pero, un pico más, el efecto sorpresa se fue desvaneciendo y los hermanos Perelló tuvieron que cerrar el negocio.
La siguiente localidad en abrir un cine en Mallorca fue Montuïri, en 1907, por iniciativa de Bartomeu Pomar, que parece ser hombre de ideas avanzadas para la época. En la misma villa se abrió un segundo cine, la Sala Mariana, impulsado por el cura Joan Baptista Munar. Existió también un cine ambulante, del empresario Diego Nicolás, que ese mismo 1907 se instaló en Inca.
En contraste con su aparente situación extraperiférica, al ser la isla más alejada de la Península, resulta sorprendente que el cine no tardara mucho en llegar a Menorca. Fue sólo dos semanas después de su presentación en Palma, cuando, el 15 de febrero de 1897, el invento de los Lumière se dio a conocer en el Casino Menorquí de Maó, entonces sede del Partido Conservador y que después lo fue de Correos.
El diario El Bien Público anunciaba dos días antes la llegada de los empresarios Fogués y Calvo, "portadores del cinematógrafo, maravilloso descubrimiento" y que pretendían "dar a conocer en esa ciudad tan maravillosa conquista de la ciencia". Parece que la experiencia resultó todo un éxito, ya que unos días más tarde el propio diario expresaba "el elogio unánime" de los espectadores por esas sesiones.
Según Martín, el primer local de exhibición en Menorca fue también una barraca de madera, el 'pabellón Nicolás' –por su promotor, el ya mencionado Diego Nicolás–, en la explanada de Maó, en 1905. Después, las proyecciones se trasladaron al teatro Principal. En Ciutadella se puso en marcha el Cinematógrafo del Círculo Artístico, en 1908. Y en Alaior, el Cinematógrafo del Círculo Democrático Republicano, al año siguiente.
En Ibiza, la primera noticia del cine data de 1899. Según Enric Fajarnés, aquellos años finalizaba la construcción del teatro Pereyra, en Vila, y ya estaba previsto instalar un proyector para las sesiones de cine. Si bien este equipamiento no se hizo realidad hasta 1904. La prensa ibicenca expresaba su satisfacción por que en la isla se pudiera "disfrutar de un espectáculo desconocido todavía por la mayor parte de sus habitantes, de los que es seguro que no quedará ninguno que no acuda a conocer el nuevo descubrimiento".
La pequeña –en comparación con sus vecinas– Formentera fue la última en encontrarse con el invento de los Lumière, cuando éste ya era todo un veterano, con color y sonido incluidos. Fabregat y Herranz datan el 25 de diciembre de 1953 la primera proyección registrada en la isla, en el convento de monjas de San Francisco Javier; lo cual no resulta extraño, porque los salones parroquiales fueron, en aquellos años y hasta tiempos recientes, espacios habituales de exhibición. Aunque, antes, ya se había hecho alguna sesión en el bar Can Plater. Ahora, ya todo el Archipiélago quedaba inmerso en la magia del cine.
En 1903 se inauguró un segundo cine en Palma. Y, curiosamente, en el mismo sitio: el actual Huerto del Rey, probablemente porque era un espacio disponible y céntrico. Se trataba del Cinematógrafo Truyol, creado por el fotógrafo Josep Truyol, quien quizá sea la figura más destacada entre los pioneros del cine en las Islas, autor de un buen número de grabaciones que recogían tanto excursiones por Mallorca como eventos públicos y escenas familiares.
La competencia del nuevo teatro Lírico, que ofrecía sus sesiones a precios más bajos, ocasionó el cierre del local siete años después. Aunque Truyol continuó su actividad profesional hasta su muerte, en 1949, parece que nunca se recuperó de ese fracaso. Según Aguiló, los problemas económicos generados por el negocio frustrado, así como las perspectivas de llevar sus películas a Madrid, que no se hicieron realidad, le llevaron a una decisión drástica: quemar todo ese material rodado en el jardín de su casa. Sólo una mínima parte se salvó.
Información elaborada a partir de los estudios de Catalina Aguiló y Josep Antoni Pérez de Mendiola, Cristóbal-Miquel Sbert, Margalida Pujals y Manel Santana, Carlos Fabregat y Julio Herranz, Jean-Claude Seguin y Jon Letamendi, Ignacio Martín y el colectivo Fotos Antiguas de Mallorca.