Algaida crea la Unidad Rústica para poner orden en un campo cada vez más habitado

El municipio quiere coordinar servicios, mejorar la comunicación con los residentes y controlar un territorio rural tensionado por el turismo y el aumento de población

ARA Balears

Fuera villa de Algaida ya no es ese espacio agrícola tranquilo que definía el corazón de Mallorca. Con más de 1.700 residentes censados ​​—y otros muchos que no constan en el padrón— y cerca de un millar de plazas de turismo vacacional, el territorio rural del municipio se ha convertido en un espacio denso, activo y difícil de gestionar. Este crecimiento se suma a la población de los núcleos urbanos, que en 2024 alcanzaba los 5.546 habitantes en Algaida, 672 en Pina y 116 en Randa.

La nueva presión humana y turística ha multiplicado los problemas: vertidos incontrolados, conflictos de seguridad, obras sin licencia, movimientos de tierras irregulares, afectaciones a zonas protegidas e incluso incidencias de convivencia. Según el Ayuntamiento, una parte de los residentes "quiere tener derechos, pero olvida las obligaciones", lo que dificulta la gestión de un espacio frágil y disperso.

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La alcaldesa, Margalida Fullana, resume la situación: "Ha aumentado la población y el turismo, pero los servicios son los que son y tienen límites de presupuesto, personal y mantenimiento".

Una nueva estructura para coordinar esfuerzos

En este contexto, el Consistorio ha puesto en marcha la Unidad Rústica del Municipio de Algaida (URMA), una herramienta transversal que integra todas las áreas municipales implicadas en la vigilancia y mantenimiento del suelo rústico. El objetivo: unificar criterios, registrar incidencias de forma centralizada y agilizar respuestas.

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El equipo lo forman cargos políticos y personal técnico de Medio Ambiente y Urbanismo, la brigada municipal, la Policía Local, Protección Civil y personal de la empresa GRAM. Cualquier aviso -proveniente de vecinos, servicios municipales o cuerpos de seguridad- se centralizará en un único sistema interno. A partir de ahí, se valorará el caso y se asignará la respuesta correspondiente. Las actuaciones quedarán registradas y se hará un seguimiento mensual.

Fullana explica que el nuevo modelo responde a una necesidad evidente: "Hemos optado por unificar criterios y establecer un sistema común que facilite detectar y resolver incidencias en el medio rural".

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Reuniones vecinales y canales directos

La URMA también incorpora un plan de comunicación con los residentes. Se prevén reuniones por polígonos a lo largo del año para detectar problemas y explicar las actuaciones municipales. Además, se crearán canales específicos para gestionar múltiples incidencias y casos urgentes con intervención policial.

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El calendario ya está fijado: el grupo se ha activado este noviembre, el canal interno funcionará en diciembre y la primera reunión territorial se celebrará en enero. El primer informe de resultados se presentará durante el primer trimestre de 2026.

El caso de los caminos: de vías agrícolas a rutas intensivas

Uno de los ejemplos más claros del cambio es la red de caminos. Antes, la circulación era mínima y muchos propietarios mantenían su parte del trazado. Ahora, con la llegada de nuevos residentes y el peso del turismo, estos viales soportan más tráfico y menos mantenimiento.

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"La gente que viene fuera de la villa quiere los mismos servicios que dentro de una zona urbana, y no es así. Es inviable", afirma Fullana, quien recuerda que vivir en suelo rústico comporta condiciones específicas: abastecimiento privado de agua, limitaciones de servicios públicos y una normativa estricta que el Ayuntamiento no puede ignorar.