Cultura

La cultura ya supera la agroalimentación en la economía balear

Con un valor añadido de 807 millones de euros y un 3,2% de ocupados, el sector escala posiciones pero no abandona la precariedad ni la falta de inversión privada

PalmaUn sector que genera un valor añadido de 807 millones de euros en un año y que ocupa, al menos, el 3,2% del total de los trabajadores de Baleares ya no es algo menor. La industria cultural y creativa, según el último análisis realizado por la Fundación Impulsa, ocupa el séptimo lugar de los ecosistemas productivos de las Islas y, lo que es más importante, "tiene un potencial enorme y ahora mismo es uno de los actores que más puede contribuir a la necesaria diversificación económica", explica el catedrático de Economía y coordinador del estudio Antoni Riera.

Aunque la aportación que hace este sector a la economía insular en términos generales es del 2,1%, cabe destacar que las industrias culturales ya superan otros ámbitos con más renombre y mayor reconocimiento histórico, como puedan ser el agroalimentario o las actividades digitales. "Ahora mismo, este sector se encuentra consolidado después de unos años en los que se había basado en el amateurismo y la falta de profesionalización", afirma Riera. El economista, en todo caso, es consciente de que "se trata de un proceso y, por supuesto, todavía queda muchísimo por hacer porque precisamente nos encontramos, en general, ante microempresas que requieren apoyo en todos los ámbitos para acabar de despegar", sentencia.

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Salvo el top 3 de la economía insular –el trinomio turismo, comercio y construcción–, que se lleva el grueso de la actividad económica, las industrias culturales han logrado situarse y reclaman con fuerza un papel cada vez más protagonista en el universo económico isleño y sólo la superan los sectores de economía social, salud.

El estudio deshace pieza a pieza el sector cultural, porque es un verdadero rompecabezas de actividades y disciplinas: sitúa la educación especializada en la materia (17,9%), la publicidad (14,8%) y el diseño, la fotografía y la traducción e interpretación (10,8%) como principales puntales. Por su parte, la producción audiovisual con un destacado 8,4% es también un actor fundamental de la industria cultural. "Sabemos nuestro potencial, sabemos que la industria audiovisual en algunas comunidades se está erigiendo como un sector muy importante para la generación de empleo, pero en las Islas Baleares todavía falta muchísimo, y todavía sobra demasiada precariedad", explica en el ARA Baleares desde Menorca el presidente de la Asociación de Productoras Audiovisuales (APAIB), Kiko Domínguez.

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Galicia y Cataluña son algunos ejemplos de importante crecimiento de la producción audiovisual en los últimos años, que según el sector isleño "tiene un retorno inmediato", dice Domínguez. "El caso lo hemos vivido nosotros mismos con la producción de Favaritx, que actualmente está en HBO. Se invirtieron 300.000 euros y ya podemos confirmar que ha generado un volumen de negocio y un retorno total superior a 20 millones de euros. Creo que está todo dicho. Pero no puede ser la excepción, debe ser la norma", lamenta.

Dependencia de las subvenciones

Uno de los problemas que tiene el sector audiovisual y otros segmentos de las industrias culturales es la excesiva dependencia del sector público. "Cada año tienes que estar mirando si apuestan por tus proyectos. Pasa el tiempo y, o no tienes respuesta, o hay cambios en los equipos públicos, y así es difícil. Necesitamos inversores privados, como por ejemplo del sector turístico", propone Domínguez. El director de Impulsa, Antoni Riera, confirma que ésta "es una opción fundamental. Para estructurar las empresas que hacen producciones escénicas y audiovisuales, necesitamos que entre más capital privado. Y para que esto ocurra es importante que el sector sea capaz de generar confianza y expectativa de negocio. No tengo ninguna duda de que cuando esto sea así, no hablaremos de un 3% o un 4% de más de 4%. otros sitios y necesitamos que haga ese bote", concluye.

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Según admiten los diferentes subsectores de la industria cultural, la realidad ha mejorado, pero algunos de los problemas estructurales como la intermitencia de las empresas a la hora de poder ofrecer proyectos y trabajo a los creadores está todavía muy presente y consolida un modelo demasiado frágil. Según anteriores estudios realizados por la Administración, el 94% de las empresas culturales de las Islas son microempresas, a menudo formadas por autónomos o equipos muy reducidos. "Esta dimensión limitada condiciona la capacidad de innovación o de internacionalización y estabilidad laboral del sector", explica Fàtima Riera, portavoz de la Asociación Illescena, entidad que agrupa a empresas productoras de artes escénicas de las Islas Baleares. “Una producción escénica media ocupa entre dos y cinco personas, y hace entre 10 y 15 bolos. Haces un gran esfuerzo de preparación, elaboración y producción, y después el recorrido es muy corto. Esto consume una gran cantidad de energía y el rendimiento que te devuelve aquella producción es pequeño. claro, da cuenta y te entra el miedo", afirma.

Por todo ello, la portavoz de los empresarios escénicos se muestra un poco escéptica con el hecho de que la cultura aumente su peso específico porque "aún sufrimos demasiada precariedad, todavía tenemos unos salarios más bajos que muchos otros sectores y, por tanto, nos cuesta ofrecer estabilidad y condiciones atractivas. Se supone que necesitamos buenos profesionales. con los resultados", opina.

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Tener los ingredientes

Los diferentes profesionales y expertos coinciden en que las Islas "tienen los principales ingredientes" para cultivar un sector cultural más potente. Aun así, ven con claridad los emperones: "Seguimos demasiado pendientes de vender un proyecto concreto para arreglar el año. Y eso no puede ser. Vamos a encuentros del sector y vemos con frustración cómo, mientras en Cataluña el Instituto de Empresas Culturales invierte más de 60 millones de euros públicos en sólo las arqueas". públicas, pero necesitamos una apuesta decidida, no nos engañemos. Así tendremos los resultados que han experimentado otros lugares", asegura Kiko Domínguez.

El sector no sólo lo integra el audiovisual, la escena y, naturalmente, la música. También se incluyen las artes gráficas, los museos y los archivos. "La actividad cultural de calidad atrae público, genera resultados", afirma Antoni Riera. "La cultura y el patrimonio de las Islas deben definir el tipo de turismo que se quiere recibir, no al revés. Esta visión debe llegar a situar la cultura como elemento estructural del modelo turístico, capaz de determinar su calidad y de generar un turismo más vinculado al territorio, respetuoso y con mayor valor añadido", afirma, "en vez de concebir la cultura como un producto complementario.

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Es lo que han hecho, por ejemplo, ciudades como Bilbao, Edimburgo, Toulouse, Terrassa y Dublín, afirma la Fundación Impulsa en el estudio. No se trata sólo de atraer visitantes por otros motivos y una vez están en destino ofrecerles un espectáculo o una visita complementaria, sino "elegir la cultura y la creatividad como factor estratégico" y central del desarrollo económico y social.

El problema es que para transitar este camino todavía es necesario un sector cultural más estructurado. "Es un reto que no llegamos a alcanzar. Faltan técnicos escénicos, por ejemplo, porque sólo unos pocos pueden vivir realmente todo el año del sector. Tienes gente que pivota entre tres producciones porque si no, no tiene ingresos suficientes por lo que le pagan. Si queremos convertirse en una industria de verdad, hay que dar un paso adelante y nos tenemos que poner," "Los mejores, como Marga Huguet, una productora menorquina con dos Goya, querrían realizar proyectos en su isla. Pero nos falta creer todos más", concluye Domínguez.