PalmaFue la última dentada de la censura franquista –el dictador murió sólo unos meses más tarde–, aunque ésta siguió durante la Transición y hasta la consolidación de la democracia. Hace 50 años, en agosto de 1975, la revista mallorquina Corte fue secuestrada, en virtud de una norma –la ley Fraga de 1966, llamada así por su responsable, el entonces ministro Manuel Fraga– que supuestamente otorgaba mayor libertad a los medios de comunicación. Sin embargo, también preveía los recursos para reprimirlos si publicaban algo que no gustaba al régimen. Fue el único caso de una publicación mallorquina secuestrada por la dictadura y ese episodio tuvo eco en todo el Estado.
La revista Corte había nacido en junio de 1946, en los primeros tiempos de la dictadura, y lo había hecho muy ligada a la histórica editorial de Palma del mismo nombre ya sus propietarios, la familia Ferrer: Miquel Ferrer Sureda fue su fundador y figuraba como editor todavía en 1975, cuando se produjo ese episodio. Sabido es que Cort es el nombre de la plaza de Palma donde se encuentra el Ayuntamiento, así que el nombre del lugar donde se debatían los asuntos ciudadanos le cuadraba bastante bien.
Con sus altibajos, Corte representó un caso poco frecuente de pervivencia de una publicación no diaria en Mallorca, puesto que se mantuvo a lo largo de cuatro decenios. Impresiona repasar los nombres de sus redactores y colaboradores a lo largo de este tiempo: prácticamente el 'quién es quien' del periodismo isleño de la época.
Por supuesto, en los años cuarenta del siglo pasado nadie podía plantearse nada que pudiera sonar a crítica al poder establecido. Corte inició su trayectoria con el subtítulo Semanario de deportes y espectáculos. El gran protagonista: el fútbol, que ya despertaba pasiones. Obviamente estaba escrita en castellano, como casi todo lo que se publicó en Mallorca entonces. Su primer director fue Joan Bonet Gelabert, escritor de mérito y padre de Maria del Mar y Joan Ramon Bonet.
En 1947, Corte pasó a ser quincenal y alcanzó la dirección Gaspar Sabater Serra, quien continuaría hasta poco antes de aquel secuestro de 1975. En esta larga etapa pasó a ser una revista de 'sociedad', en sentido amplio, destacando las noticias de boda, puestas de largo o bautizos, que llegaron a ocupar once páginas de las 32. Pero también se publicó un suplemento en catalán, Tesoro de los abuelos, lo que tenía mucho mérito en aquellos años.
El cambio de rumbo
En 1966, en lo que pretendía ser un cierto 'cambio de aires' de la dictadura, se aprobó la Ley de prensa impulsada por el entonces ministro Manuel Fraga. Por primera vez se suprimía la censura previa, es decir, el visto bueno antes de publicarse nada. Pero al mismo tiempo preveía que, en caso de que algún contenido "pueda ser constitutivo de delito" –como criticar al régimen o sus cabecillas–, la Administración debía comunicarlo al juez, quien debía decretar el secuestro de la publicación. Era un arma de doble filo: básicamente lo que imperaba era la autocensura, es decir, ir con pies de plomo para no levantar las iras de la dictadura.
Ahora bien, en aquellos últimos años del franquismo las cosas empezaban a cambiar. La Mallorca de 1974-75 ya no se parecía prácticamente a nada de la de 1936. La crisis económica de 1973 propició la contestación vecinal, estudiantil y obrera. La dictadura y su sector más inmovilista, el 'bunker', se revolvieron como un animal herido. Y la prensa, con su osadía liberal, se convirtió en un objetivo suyo. Las instalaciones de Diario de Mallorca sufrieron tres atentados sucesivos en sólo cuatro meses y en el coche de su director, Antonio Alemany, le lanzaron un cóctel Molotov. Última Hora fue objeto de una orden de secuestro, de la que pudo salir cambiando un titular de portada que se refería a una cuestión espinosa, pero de la que todo el mundo hablaba: las previsiones sucesorias de un dictador que ya estaba en las últimas.
El cambio de rumbo llegó también a Corte. En enero de 1975 ya anunciaba sus "aspiraciones de defender y servir al ciudadano y ser portavoces" frente a las injusticias. Un tono decididamente más crítico. La portada y el 'dossier' de siete páginas del número 720, en abril siguiente, se dedicaron a la detención policial del militante clandestino de izquierdas Antoni Tarabini. En mayo, Gaspar Sabater fue sustituido en la dirección por Pere Bosch Fiol, quien era al mismo tiempo redactor deÚltima Hora.
La lista de redactores y colaboradores de ese momento constituye una representación de primer orden del ámbito mallorquín más inquieto. Sólo por citar algunos de los nombres más conocidos: Juan Martorell, Juana Serra de Gayeta, Alejandro Ballester, Camilo José Cela Conde, Jaime Corbera, Rafael Gil Mendoza, Mercedes Guaspo, José Melià, Carlos Meneses, Jaime Pomar, Planas Sanmartí, Fernando Porto, Antonio Serra, Javier Vidal Folch y el propio Tarab.
El número 729 de la revista Corte llevaba un titular verdaderamente visionario sobre lo que entonces parecía la gallina de los huevos de oro incuestionable: "Turismo: grandeza y servidumbre". El secuestro se llevó a cabo la tarde del 21 de agosto. La causa fue un artículo de Josep Melià en su sección 'Tierra de naufragios', con el título 'Un verano diferente...'. Se daba la absurda circunstancia de que Melià era entonces 'procurador' en las Congresos de las Cortes franquistas. en un ejercicio del todo surrealista, se reprimía a sí mismo.
En su artículo, Melià criticaba sin medias tintas al nefasto gobernador civil de entonces, Carlos de Meer, quien había dejado aquellos meses de calor marcados por una retahíla de prohibiciones, alguna tan demencial como un concierto de música clásica. Y hacía referencia a los "fascistas desabrochados", los sectores más inmovilistas de la dictadura –como el propio De Meer.
La Policía de entonces –los 'grises'– se presentó aquel jueves 21, por la tarde, en los talleres de la calle de Troncoso de Palma donde se imprimía Corte, y donde los recibió Antoni Frau, el encargado. El secretario judicial le comunicó el hecho y el motivo: "Haga el favor de entregarme las planchas de la revista y el fotolito del artículo de Josep Melià". Se requisaron los ejemplares que todavía estaban en los locales. Frau tuvo que trasladarse a comisaría para la redacción del informe policial, mientras también eran requisados los ejemplares que ya se habían distribuido.
Fue Joana Serra de Gayeta, entonces miembro del consejo de redacción, quien le comunicó aquella hecha a Josep Melià, el autor del artículo, según recuerda ella misma medio siglo más tarde: "Pep, nos han secuestrado la revista". Curiosamente, esto fue para ella un motivo de alegría: aquella publicación periférica pasó a ser conocida en todo el Estado y las muestras de solidaridad llegaron tanto de Mallorca como del exterior.
Quien en cambio tuvo un buen disgusto fue el editor, Miquel Ferrer. No en vano, "sobre él caía la responsabilidad" de lo que se publicaba, como señala su hijo Andreu Ferrer Artigues, entonces miembro también del consejo de redacción. La contrapartida fue la popularidad que Corte obtuvo por ese episodio no deseado.
Joan Martorell, entonces coordinador de Corte, recuerda que fue Antoni Frau quien se lo comunicó: "Ha venido la Policía y se lo han llevado todo". Lo que sintió fue "indignación", si bien no dejaba de ser una fechoría más del entonces gobernador, con esa manía de prohibirlo todo. "Vivíamos muy intensamente" esa etapa, dice. "Estábamos haciendo algo en contra de una situación que debía terminar".
Los tres diarios de Palma se hicieron eco al día siguiente, 22 de agosto, del secuestro de Corte. El Baleares titulaba 'Secuestro de la revista Corte – El número que tenía que ponerse a la venta ayer tarde' e indicaba la supuesta causa: un artículo de Josep Melià "que se refería a ciertos aconteceres locales". Diario de Mallorca envió un redactor a la calle de Troncoso que fue testigo de "la retirada del total del tirón".
El redactor deÚltima Hora lo tenía muy fácil para entrevistar a su director, Pere Bosch: estaba en la mesa de al lado. Sin cortarse un pelo, empezaba por darle la enhorabuena: aquello era un buen disgusto, sí, pero Corte disparaba su prestigio para una oposición cada día más numerosa y menos silenciosa. "A juicio de un criterio superior, hemos cometido un error", admitía Bosch. Pero insistía en su objetivo: "Hacer una revista de Mallorca para los mallorquines".
Después, nada. "Ni una carta, ni ningún oficio" de la Administración. "Ni juicio, ni multa", señala Andreu Ferrer. Aparentemente, De Meer se conformó con evitar que nadie pudiera leer aquel artículo de Josep Melià, a quien consideraba un "rojo" infaltado.
Una querella por criticar las declaraciones de Suárez sobre el catalán
Los problemas para Cort no acabaron con la muerte de Franco y la llegada de la Transición. En esta etapa se incorporaron otros nombres destacados del periodismo isleño, entre ellos Andreu Manresa, Joana Maria Roque, Santiago Miró, Llorenç Capellà y Basilio Baltasar. Carlos Coco Meneses pasó a hacerse cargo de la dirección, de agosto a diciembre de 1976.
En mayo de 1976, según recoge Arnau Company, Cort fue objeto de una querella debido al reportaje de Joana Maria Roque y Andreu Manresa ' Celdas de locos ', sobre la clínica mental de la calle de Jesús de Palma. En septiembre siguiente, una segunda querella, esta causada por la editorial ' Rectifique, SR. Presidente ', con el que la revista había salido al paso de unas declaraciones del entonces presidente del gobierno, Adolfo Suárez, a las que ponía en duda que se pudiera utilizar el catalán para la enseñanza científica –parece que nunca había oído hablar de Ramon Llull.
Aquel mismo 1976 la revista cambió de manos, pasando la propiedad a un grupo de accionistas entre los que, según cita Company, estaban Celestí Alomar, Francesc Obrador y Melià y Tarabini. Cort continuó saliendo a la calle –el último director fue Joan Manel López Nadal– hasta abril de 1977, a las puertas de las elecciones generales, cuando se publicó su último número, en 795. Corría la misma suerte que otra cabecera en el ámbito del Estado, Cuadernos para el diálogo , que también había contribuido a crear el clima.
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Información elaborada a partir de los textos de Arnau Company, Octavio Aguilera, Miquel Payeras y Joan Mas Quetglas, la revista Corte y los periódicos de la época en Mallorca: Última Hora, Diario de Mallorca y Baleares.